DONEGAL, Irlanda (dpa) – Michael Classon está sentado en su pequeña cocina, toma con ambas manos una taza de té y respira profundamente. «Durante tanto tiempo teníamos la ilusión de verles y ahora se van a marchar pronto». El hombre, de 81 años, es dueño de uno de los 26 jardines del Donegal Garden Trail, una asociación de amantes de la jardinería en Irlanda.
Acaba de guiar a un pequeño grupo de turistas por su paraíso personal. Está situado en el noroeste de Irlanda, una región salvaje donde, no obstante, el clima es más bien templado gracias a la corriente del Golfo. Por ello, allí crecen también arbustos sensibles a las heladas que a veces alcanzan la altura de un árbol, tales como fucsias y rododendros.
La ruta del Garden Trail lleva a los visitantes a jardines en todo el condado de Donegal. Dos de ellos pertenecen al Estado: el jardín del castillo Glenveagh, situado en medio del parque nacional Glenveagh, y el jardín St. Columb’s, donde alguna vez vivió el artista inglés Derek Hill. En ambos sitios son jardineros contratados los que cuidan el espacio verde. Sin embargo, los otros 24 jardines pertenecen a particulares que generalmente pasan todo su tiempo libre allí y que gustosamente hacen de guías para los turistas. Algunos están situados alrededor de una casa señorial georgiana, otros junto a un hotel o a una de esas tradicionales «cottages» (casas de campo de estilo inglés) como el de Michael.
El anciano plantó su jardín, Summy, alrededor de la casa blanqueada de una granja, en un valle cerca de Portnoo, en 1979. «Lo primero que hice fue desmontar la pendiente detrás de la casa», relata Michael. «Allí crecían sobre todo demasiados avellanos». Tras jubilarse de profesor, convirtió la transformación y el cuidado de su terreno, de cuatro hectáreas, en su gran hobby.
Los miembros de la asociación intercambian semillas y esquejes, pero también se reúnen para tomar té o disfrutar de unos «scones» (bollos) con mermelada de fresa casera. Generalmente, a los visitantes simplemente se les invita a participar en esas reuniones. La mayoría de los dueños de los jardines no cobran la entrada, aunque reciben con gusto donativos para organizaciones sin fines de lucro.
Es también el caso de Michael, quien recibe en su casa de campo aislada sólo unos 25 visitantes al año. Después del recorrido por el jardín se sirve en el salón una ensalada fresca de frutas, té o café y galletas hechas por las vecinas, quienes también participan gustosamente. Michael es un poco el gallo entre las señoras del Garden Trail. Todavía conserva un buen aspecto, está lleno de energía y a veces también entona alguna cancioncita. Y es que como predicador laico cuenta con cierta experiencia.
El mismo ambiente familiar reina en el Ros Ban Garden, cerca de Mongorry. La casa está muy escondida y, a diferencia de la de Michael, no se puede visitar. En cambio, Ann y Bob Kavanagh llevan juntos a los visitantes por su jardín. Los dos tampoco quieren arriates bien cuidados, sino que prefieren que la natureleza haga su trabajo. Además, Ann sabe mucho de hierbas medicinales y conoce la historia de casi cada uno de los árboles. Por esto, las visitas guiadas por su jardín están centradas en la transmisión de conocimientos, no en admirar las flores.
A quien le gusten los grandes céspedes, árboles altos y viejos y arriates de flores bien cuidados, seguramente los encontará en el Oakfield Park en Raphoe. Con mucho esfuerzo, la familia Robinson ha sacado del letargo este extenso terreno del siglo XVIII. Junto a la casa hay un maravilloso jardín rodeado de un muro de piedras con un invernadero y un huerto. Sin embargo, también es posible deambular por el bosque, caminar por prados floridos o pasear junto a pequeños lagos. Además hay un trazado de 4,5 kilómetros para ferrocarril de vía estrecha. Sin embargo, el tren sólo circula los fines de semana. También está abierta la casa de té. En Oakfield Park es fácil dejar pasar el tiempo toda una tarde.
Elizabeth Temple tiene un jardín que uno se imagina como típicamente irlandés. El Salthill Garden, cerca de Mountcharles, con vista a la bahía de Donegal, está cercado por viejos muros de piedra y rodea una casa de los principios del siglo XVIII. El dueño es uno de los fabricantes líderes de ropa tweed en Irlanda, cuya marca Magee se fundó en 1866. Sobre los viejos muros del jardín trepan rosas del siglo XIX.
Elisabeth, que forma parte de los fundadores del Garden Trail, está todos los días aquí. «Pero nunca tengo un plan», dice esta mujer de 60 años mientras que olfatea una rosa trepadora de color rosa. «Siempre hago lo que me parece necesario en el momento». Un jardinero sólo la ayuda para los trabajos más pesados. Siempre la acompaña un perro mestizo Beagle. «Se llama Fudge», dice al presentarlo. ¿Como el caramelo blando inglés? Elizabeth asiente con la cabeza y mira con cariño al perro, que se ha quedado dormido rodeado por un animado grupo de visitantes. «Claro, porque está gordo y es marrón».
INFORMACIÓN BÁSICA: Donegal
Alojamiento: Irlanda tiene una amplia oferta de hostales con el desayuno incluido, pero también tiene muchos bonitos hoteles campestres y castillos convertidos en hoteles. A causa de la crisis económica, los precios son bajos. Incluso en un hotel de cuatro o cinco estrellas se puede conseguir una habitación doble por unos 100 euros (133 dólares) la noche. Vale la pena preguntar por ofertas especiales, ya que muchas veces los hoteles tienen paquetes para estancias de corta duración que incluyen el hospedaje y las comidas.
Cuándo viajar: La mayoría de los jardines del Donegal Garden Trail son destinos ideales para el período mayo-septiembre. Algunos jardines más grandes, como el Glenveagh Castle Garden, están abiertos casi todo el año.