(dpa) – «Todo el cuerpo se pone en movimiento y transpiras a lo loco», comenta la entrenadora Silke Wollenweber, de 36 años, que da clases a un grupo que tiene entre 25 y 40 años. ¡Pero también tiene una alumna de 50!
No es para asustarse. La clave está en que el entrenador vaya llevando a los alumnos poco a poco hacia el extremo. Primero se hacen ejercicios de precalentamiento con música serena. Luego se va subiendo el ritmo hasta acelerarlo mucho en la parte central del encuentro y, para finalizar, todo vuelve a una fase de «cool-down» más lenta. «Lo bueno es que nunca quedas con los músculos contracturados», explica la entrenadora.
Lo decisivo del «jumping fitness» es cómo se salta. «Con los trampolines normales, uno salta hacia arriba», explica Wollenweber. «En cambio al hacer este entrenamiento lo que hacemos es trasladar el peso, con lo cual saltamos de un modo en el que no forzamos las articulaciones», comenta. Los movimientos y los pasos del «jumping fitness» vienen en parte de las prácitcas aeróbicas. «Son cosas queya conocemos de antes», asegura Julia Bassler, también entrenadora.
Para la clase es necesario llevar calzado y prendas cómodos. El trampolín es amplio, tiene una superficie ancha que permite abrir las piernas algo más allá de la altura de las caderas, tanto hacia adelante como hacia atrás. Además, tienen un sostén «que sirve para que los pasos sean más intensos», explica Bassler. «Solemos utilizarlo hacia el final de la clase para tonificar una vez más los músculos abdominales».
No es poco lo que se entrena con el «jumping fitness», que pone nada menos que 400 músculos en acción. «En el fondo es un training que hace eje en los músculos del torso, porque estamos permanentemente en una postura de leve inclinación hacia delante y con las rodillas flexionadas. Es importante mantener esa tensión en el torso todo el tiempo», dice la docente Anna Welker. Aparentemente el entrenamiento también es bueno para los vasos sanguíneos y el corazón. «Es un entrenamiento genial para la circulación», asegura la profesora.
Como si fuese poco, vamos quemando grasas. «Uno ni se da cuenta de cuántas calorías quema porque saltar divierte y distrae», dice Bassler. «Dependiendo del nivel de fitness que se haga y de la intensidad, se pueden quemar hasta 800 y 1000 calorías», asegura. Para Bassler el trampolín se ha vuelto tendencia justamente por ser un modo divertido de practicar ejercicios.
«Saltar hace feliz, el cuerpo secreta adrenalina. Te hace recordar la infancia», sonríe.
Todos pueden probarlo, si bien Bassler no se lo recomienda a personas que tengan un marcapasos. «Tampoco se lo aconsejaría a personas con incontinencia, ni a mujeres embarazadas, ya que pude ser una carga demasiado grande para la zona pélvica», dice Anne Welker.
«Los saltos podrían llegar a acelerar el nacimiento, dependiendo del estadío del embarazo», advierten las expertas. Además, para muchas mujeres tampoco es algo muy atractivo saltar después de parir. «Pero todo depende d ela dosis. Si uno hace saltos suaves, dirigiendo la consciencia hacia la zona pélvica, puede ser un buen ejercicio», asegura.
Si quieres probarlo, no exageres. Exige mucha coordinación, así que apúntate en un curso para principiantes y no dejes de hacer todas las pausas que necesites. «Mantener la posición de base durante 60 minutos es dificilísimo para muchas personas. Hay pasos ‘de descanso’ que se pueden hacer cuando uno ya no puede aguantar la tensión en la zona del torso», explica.
Si quieres comprar un trampolín para casa, ten en cuenta que el diámetro debería ser de 112 centímetros. Cuanto más grande, mejor. El resto de los parámetros conviene definirlos a partir del peso de la persona y de la intensidad con la que saltará. De todos modos, la clave está en la postura que uno adopta al saltar. Asesorate y luego, ¡a entrenar!
Por Christina Bachmann (dpa)
Foto: Jumping Fitness/dpa-tmn