Marrakech, 9 dic (dpa) – Gran parte de la comunidad internacional dará su aprobación al pacto sobre migración de las Naciones Unidas en la conferencia que se celebra el 10 y 11 de diciembre en Marruecos, aunque varios países se oponen o tienen reticencias al texto.
El objetivo del Pacto Mundial para la Migración Segura, Ordenada y Regular, su nombre completo, es gestionar mejor los flujos migratorios.
La necesidad de elaborar unas líneas maestras globales para abordar mejor la migración a nivel mundial se hizo más evidente que nunca con la crisis migratoria de 2015. En julio de 2018 se elaboró un documento de unas 30 páginas que se adoptará en Marrakech en la cumbre del lunes y martes.
Se trata del primer planteamiento a nivel mundial para lograr una mejor cooperación entre los países contra la migración irregular y desordenada y para conseguir que las personas que migran lo hagan de forma más segura.
Los 23 objetivos del acuerdo incluyen, entre otros, la lucha contra algunas de las causas de la migración en los países de origen, así como contra el tráfico de migrantes. También prevé un refuerzo de los controles fronterizos, que se evite la «migración irregular» y que se posibilite el acceso fronterizo «seguro y regular», así como un «retorno digno» a los países de origen.
El pacto no es legalmente vinculante ni hace propuestas concretas sobre cómo conseguir los objetivos a los que aspira.
A pesar de ello, y de que el acuerdo subraya la soberanía nacional, algunos países temen que esta última pueda verse socavada. Creen de las líneas maestras podría derivarse un derecho consuetudinario, aunque otros Gobiernos y expertos dudan que algo así vaya a suceder.
Eso sólo ocurre cuando existe «opinio iuris» o la convicción de que una práctica obliga jurídicamente, señala la profesora de derecho internacional Anne Peters. «Cuando los países dicen expresamente que se trata de un documento no vinculante, no se puede derivar esta obligación jurídica», afirma. Es decir, ningún inmigrante podrá ir a los tribunales usando el pacto como base jurídica.
Los detractores del pacto, sobre todo la extrema derecha y los nacionalistas, también alegan que se hace una interpretación demasiado positiva de la migración que podría desatar un efecto llamada.
El documento no anima a la gente a que deje sus países para labrarse un futuro en otro lugar, aunque la inmigración está considerada en el texto de forma positiva como «fuente de bienestar, innovación y deasarrollo sostenible». El pacto aspira a que se optimicen mejor esos efectos positivos.
El experto en migraciones Matteo Villa, del Instituto para Estudios Políticos Internacionales de Italia, culpa sobre todo a ciertas campañas políticas de haber desatado el miedo en los últimos meses a una supuesta migración incontrolada. Los líderes populistas encontraron un «chivo expiatorio perfecto» en el pacto de la ONU en el debate en clave nacional, señaló.
Varios gobiernos han rechazado el acuerdo, aunque según la ONU Estados Unidos fue el único miembro de la organización que abandonó las negociaciones. Después de que la Asamblea General de la ONU acordase un borrador en julio, algunas naciones se distanciaron del mismo, como Hungría, Austria, la República Checa, Polonia, Bulgaria, Australia, Eslovaquia o Israel.
Aunque no apoye el pacto, Polonia enviará una delegación a Marrakech. Suiza e Italia, sin embargo, no estarán representadas, pues sus Gobiernos quieren que primero decidan los Parlamentos nacionales. En Letonia el Parlamento se mostró varias veces en contra del acuerdo, aunque todavía se desconoce la decisión del Gobierno.
En cuanto a Bélgica, las diferencias en el seno del Ejecutivo respecto al acuerdo provocaron una ruptura de la coalición de Gobierno. El partido nacionalista flamenco N-VA, que se opone al pacto de la ONU, abandonó el Gobierno. El primer ministro, el liberal Charles Michel, suscribirá el acuerdo y tras la salida del N-VA anunció que gobernará en minoría.
El objetivo de la conferencia de Marruecos es sobre todo la aprobación del pacto migratorio. Teóricamente, si hay oposición por parte de las delegaciones nacionales podría celebrarse una votación del documento. En dicho caso, se da por descontado que habrá un gran apoyo al texto. Una vez aprobado, volverá a la ONU para su adopción definitiva.
En Marrakech se discutirá también sobre las formas de conseguir que el pacto tenga el mayor efecto posible en el futuro. Una de ellas es que sus líneas maestras se incluyan voluntariamente en el derecho nacional de los países que lo suscriban.
Por Benno Schwinghammer y Margret Scholtyssek (dpa)