Venezuela, la Venecia de América, una potencia petrolera, rica en recursos naturales que hoy vive la crisis humanitaria más implacable su historia. Este país donde anteriormente abundaban las riquezas, hoy lo invade la escasez, el hambre, las penurias y la mayor catástrofe sanitaria de los últimos tiempos en Latinoamérica.
Se pronuncia fácil, “crisis humanitaria”, pero vivirlo, entenderlo e investigarlo, desgarra e impresiona. En Venezuela, la crisis humanitaria ha tomado niveles tan altos que más allá de parecer un escenario de guerra, lo que impacta es la normalidad con la que los principales actores políticos se refieren al asunto. En el caso de la oposición venezolana, se pasan el tiempo haciendo denuncias que pocas veces terminan en acciones con una estrategia concreta, y en el caso del Gobierno manifestando continuamente que la culpa de la crisis es de Estados Unidos o de Colombia, buscando así de alguna manera, salvaguardar sus políticas poco efectivas. Ahora bien, la poca importancia que está ocupando el tema en las portadas de los principales medios de comunicación venezolanos y que cada vez resta más valor a las denuncias o trabajos que hacen referencia palpable a la crisis humanitaria, se debe a distintos factores. Normalmente algunos medios omiten el tema por censura inducida, algunos por miedo y otros porque simplemente el tema “no vende”.
Lo grave de esto es que poco a poco las ventanas de información y con servicios de denuncia o ayuda social se han ido cerrando, dejando a la deriva y casi huérfano a ese venezolano de “a pie” que necesita ayuda de los medios de comunicación y del tan famoso “servicio público” para poder conseguir sus medicamentos o algún donativo que lo ayuden a salvar su vida o la de algún familiar. Peor aún, el periodismo está limitando sus valores éticos, cercenando su credibilidad y poder de cambio.
Día a día mueren decenas de venezolanos de hambre, por la galopante inseguridad que arropa como un manto negro extendido a cada rincón del país y por la falta de insumos en los hospitales controlados por el Estado, que muchas veces no cuentan con lo más básico como gasas, jeringas, guantes o alcohol, esto sin aún adentrarnos en el déficit presupuestario de estos centros de salud y la ausencia de personal médico calificado que ha tenido que emigrar buscando mejores condiciones laborales.
Venezuela se encuentra sumergida en un círculo vicioso destructivo, lleno de medidas económicas y políticas erradas que impiden la aplicación de soluciones inmediatas para acabar con la crisis humanitaria. Esta situación es conocida por los principales medios de comunicación, por lo tanto, vale la pena plantearse varias interrogantes: ¿Acaso la crisis humanitaria no debería ser el tema central de las noticias?, ¿La vida del venezolano solo tiene valor cuando representa un costo político al adversario? ¿O importa más vender que regirse por los valores éticos y ser agentes de cambio?
Vale la pena la pregunta personal y la reflexión interna, entendiendo que el tema humanitario no es una moda que muere y después de un tiempo renace como un ciclo banal, la crisis humanitaria es un problema más de Venezuela, perfectamente acompañado por la hiperinflación y la inseguridad, queda de parte de los medios de comunicación, seguir denunciando y siendo la voz de un pueblo que necesita respuestas directas acompañadas de acciones oportunas y no sólo de portadas que solo queden en el olvido.
Carlos J. Bracho