BONN (ALEMANIA) (dpa) – Un niño aparece de pronto entre coches aparcados. Sobre el asfalto hay una mancha de aceite. ¿Qué hacer en estos casos? Cada vez más personas asisten a cursos de conducción segura, que permiten reaccionar mejor ante los peligros que aparecen por sorpresa. Los expertos, sin embargo, consideran que debería ampliarse este tipo de cursos a más gente.
Gran parte de los accidentes podría evitarse si el conductor hubiera reaccionado medio segundo antes. En los cursos se entrena la velocidad de reacción y a frenar en casos de emergencia, una técnica que la gran mayoría de conductores no domina.
En caso de emergencia, un conductor sin entrenamiento requiere para frenar y que reaccione el sistema de frenos ABS entre 0,7 y 0,9 segundos. Uno entrenado apenas tarda 0,3 segundos. «Y el tiempo perdido en una situación así ya no se recupera», afirma Jürgen Bente, del Consejo Alemán de Seguridad Vial (DVR). En momentos críticos, en los que los segundos cuentan, puede resultar fatal.
Incluso la tecnología más refinada no evita el accidente en una situación extrema, por lo que el comportamiento adecuado a la carretera cobra mayor importancia. «A pesar del sistema ESP y de todos los avances tecnológicos, nada es tan importante como el propio conductor a la hora de frenar», dijo Gerhard Herrmann, que dirige cursos de conducción especializados para este tipo de entrenamientos.
La tecnología lleva además a que el conductor pueda sentirse demasiado seguro, lo que no es bueno. «El ABS es fantástico, pero conduce a que se llegue al límite», alerta el psicólogo Winfried Schmidt, consejero del Club del Automóvil Europa (ACE). «Muchos además no dominan las reglas más básicas de la física», agrega Herrmann. «Quien toma una curva al doble de la velocidad adecuada, cuadruplica la fuerza centrífuga», agregó.
Más allá de toda teoría, la experiencia práctica lo es todo en estos casos. Por lo general, los participantes en los cursos lo realizan con su propio coche. Uno de los ejercicios consiste en que Herrmann frene a diferentes velocidades. Antes, los asistentes al curso deben situar un cono donde supongan que termina la distancia de frenado.
Otro de los ejercicios es el frenado en superficies deslizantes, práctica en la que los participantes tienen dificultades, dice Alfina Baha, «entrenadora» con dilatada experiencia. «Instintivamente giran demasiado el volante, que es el peor error», afirma.
En este aspecto hay mucho potencial de mejora para los conductores, incluso para aquellos más experimentados que creen saberlo ya todo.
Los asistentes a los cursos suelen ser conductores profesionales a los que la empresa les paga el curso, asegura Winfried Schmidt, que recomienda a los padres que compran un auto a sus hijos que se ahorren unos euros en la potencia y lo inviertan en un curso para el conductor o la conductora novata o en equipamiento de seguridad.
Los accidentes en este tipo de cursos no son frecuentes, tranquilizan a quienes teman hacerlo con el nuevo vehículo.
Además de cursos para conductores de autos, también los hay para motociclistas y para conductores profesionales de vehículos más pesados. A Bente le gustaría que todos los conductores participaran alguna vez en este tipo de cursos de manejo seguro, ya que el porcentaje de conductores faltos de entrenamiento es muy elevado. «Y cada día circulan por delante o por detrás de usted en la carretera. Es una sensación inquietante».