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dpa) – En el principio era el emoticón: dos puntos, guion y paréntesis 🙂 Este era el aspecto de las primeras expresiones de sentimiento transmitidas por signos en el mundo digital. En los años 80, el informático Scott Fahlman pensó que sería práctico marcar con un símbolo enunciados irónicos o divertidos en los chats. Fue así como nació el primer emoticón.
Hoy nada es tan simple como lo era entonces. Los emoticones han sido reemplazados ya hace tiempo por los emojis, pequeños caracteres al estilo de los smileys con expresiones faciales, objetos cotidianos o animales.
Su número crece continuamente: el Consorcio Unicode, que establece normas para los caracteres de teclado, presentó a fines de enero 117 nuevos emojis que, a lo largo del año, aparecerán gradualmente en teléfonos móviles y ordenadores de todo el mundo.
Esta última tanda contiene emojis del extinto pájaro dodo, de órganos como el corazón y los pulmones, de aceitunas, cubiertos de fondue, e incluso un casco militar. Queda por ver si alguna vez necesitaremos alguno de estos en nuestra comunicación.
Quien utiliza emojis debería reflexionar sobre el uso que hace de ellos, ya que para uno puede ser divertido esparcir en los chats pictogramas virtuales, pero eso no significa que lo sea para todos. En una encuesta realizada por encargo de la Asociación alemana de Tecnologías de la información y Nuevos medios (bitkom), el cinco por ciento de los encuestados indicó sentirse molesto por los emojis.
La lingüista Christina Margrit Siever realizó un estudio en la Universidad de Zúrich para analizar la comunicación con emojis en los chats de WhatsApp. «Hay personas que se molestan cuando reciben demasiados emojis», asevera. Algunos usuarios declararon que en esos casos les es imposible tomar en serio a su interlocutor. Incluso las respuestas donde solo hay emojis, como el pulgar hacia arriba, pueden tener un efecto negativo y ser vistas como una señal de pereza o falta de respeto.
Otro problema: al igual que las palabras, los pictogramas pueden llevar a malentendidos. «Los emojis, como las imágenes en general, son íconos que no tienen el mismo significado en todo el mundo, por lo que entre diferentes culturas pueden tener también diferentes connotaciones y causar confusión», explica Siever.
Por ejemplo: el emoji con la carita de sueño, con los ojos cerrados, la boca abierta y una gota azul a la altura de la nariz. «En la cultura europea, este emoji se interpreta probablemente como triste, el elemento azul como una lágrima». Sin embargo, al igual que muchos emojis, el símbolo ha sido tomado del lenguaje visual de los mangas y animes japoneses, donde una gota en la nariz significa que una persona está cansada o durmiendo.
Incluso símbolos simples, como el emoticono guiñando un ojo, pueden ser ambiguos: algunos lo ven como una señal de broma o ironía, otros como un guiño burlón, y no falta aquel que lo podría interpretar como una provocación.
Aunque los emojis están estandarizados y definidos por Unicode, frecuentemente surgen problemas en su visualización. Esto puede deberse a que el proveedor aún no ha integrado los nuevos glifos en su plataforma (en este caso, el usuario sólo visualiza un cuadrado con signos de interrogación) o a que el diseño y estilo de los emojis varía según la plataforma.
Un ejemplo clásico son las manos alzadas pegadas una con otra, que algunos interpretan como rezar, otros como chocar los cinco. En algunas versiones se ve a una persona detrás de ellos, lo que deja claro que no se trata de dos personas chocando las manos.
«Realmente no se puede decir que un emoji significa esto o aquello», señala el lingüista Michael Beisswenger, de la Universidad de Duisburg-Essen, en el oeste de Alemania. El significado es «altamente dependiente del contexto»: depende de lo que se escribió antes, de las palabras con que se combinó el símbolo y de la relación que une a los compañeros de chat.
Beisswenger también realizó un estudio para analizar los historiales de chat de WhatsApp, y de él dedujo que los emojis siempre se usan con una de dos funciones: ya sea para proporcionar información adicional o ayuda para la interpretación, o para expresar los sentimientos que unen a los dos compañeros de chat.
La primera función reemplaza la expresión facial de desagrado cuando un estudiante le dice a su amigo que tiene un examen de matemáticas al día siguiente. Por otro lado, si enviamos un corazón o un emoji con un beso expresamos a la distancia nuestros sentimientos hacia la otra persona, y los símbolos reemplazan una sonrisa amistosa o un abrazo.
En este sentido, los emojis también pueden ser usados estratégicamente, apunta Beisswenger. Una mala noticia o una crítica acompañadas de una carita sonriente o un pulgar hacia arriba tienden a disminuir la percepción negativa del lector.
En el mundo profesional, el uso de emojis es más delicado. «Los emojis no tienen cabida en los e-mails de trabajo», advierte Michael Mayer, experto en etiqueta profesional, argumentando que el riesgo de que surjan malentendidos es simplemente demasiado alto. «La claridad está por encima de todo», enfatiza.
Mayer añade que en la comunicación privada también es importante prestar atención a la cantidad y a la pertinencia del uso de pictogramas. Lo mejor es adaptarse gradualmente a los hábitos comunicativos del compañero de chat.
Por Julia Ruhnau (dpa)