Todos conocemos el refrán que dice ¡Más vale prevenir que curar! Este refrán lo que nos viene a manifestar es que hay que evitar que nos suceda algo maligno antes de tener que solucionarlo cuando ya nos ha transcurrido. Pon todo aquello que esté en tu mano para evitar cualquier mal que pueda ir a más.
En medicina esto hay que tenerlo muy presente. Hoy en día y gracias a las nuevas tecnologías que están al servicio del diagnóstico se pueden prevenir gran parte de las enfermedades que se manifiestan día a día en el mundo, para poder prevenir, debemos poseer una gran sensibilidad y disponibilidad para consultar con un médico cualquier mínimo síntoma anormal.
Si partimos de la base de que la prevención es la mejor medicina, tenemos que concienciarnos de la importancia de los chequeos médicos sobre todo al cumplir cierta edad.
En los hombres a partir de los cincuenta años se hace imprescindible la visita al urólogo, médico especialista en patologías del aparato reproductor y urinario, éste es quien se ocupa de tratar enfermedades como las litiasis renales, las patologías relacionadas con la vesícula y la próstata, infecciones de orina, cuestiones sexuales masculinas así como dar una solución a problemas de reproducción.
Pero según el urólogo Agustín M. Huéscar las enfermedades relacionados con la urología en los hombres pueden surgir invariablemente de la edad que tenga el paciente. Con la llegada de la treintena pueden manifestarse patologías como la infertilidad. Hay que hacerse a la idea de que para los hombres el acudir a un urólogo como los que consultan en la Clínica Santa Susana debería de ser algo tan normal como la asistencia de una mujer a un ginecólogo.
¿Pero porque se tiene tanto miedo a la visita a un urólogo? Pues según nos cuentan los expertos de la Clínica Rozona es por desconocimiento, aprehensión y por vergüenza, y como no la negación de las enfermedades y el temor a descubrir que se padece alguna, al tratamiento de las misma, a la discriminación, a tener que cambiar de estilo de vida, o a perder el control de esta, a los efectos que pueda tener en la pareja o incluso en la vida laboral. Miedo a situaciones embarazosas o vergonzosas incluso a ser examinado físicamente sobre todo si se trata de patologías relacionadas con el aparato reproductor masculino
Nos parecerá mentira, pero se sigue con tabúes sobre todo en la población masculina a la hora de acudir a un hospital como Sanatorio Covadonga para ser examinados por un urólogo. Predomina la idea de que un examen de próstata duele, y nada más lejos de la realidad, la exploración puede causar cierta incomodidad, pero nada que no sea totalmente tolerable.
Los hombres por regla general cuando acuden al urólogo es por que ya tienen un problema, el cual se habría evitado con un chequeo preventivo por lo menos una vez al año. No obstante sí aparecen algunos síntomas como pueden ser la dificultad o las molestias para orinar, la presencia de sangre en la orina o en el esperma, dolor en los testículos, trastornos de la erección o de la eyaculación se tiene que acudir al médico lo antes posible.
A la hora de visitar un profesional de la urología hay varios factores que nos pueden decantar por uno o por otro como puede ser su formación o su experiencia. Los urólogos son grandes profesionales desde el día que salen de la facultad, sin embargo no cabe la duda de que un urólogo experimentado sabrá mejor actuar en una intervención sobre todo si por algo se complica. Pero también hay otras actitudes que tiene que ver con la cara más humana del profesional, hay está la empatía, sobre todo en la parte de la medicina que estamos tocando, donde esta cualidad es fundamental para que los pacientes se sientan seguros, tendrán que confiar mucho en el médico para poder hablar sin vergüenza y explicar todos los síntomas que padecen. La primera cita con un especialista es decisiva, ya que aquí se crea una relación de confianza, empatía y comodidad entre especialista y paciente, para que a este último le sea más fácil el hablar y explicarse de estos temas que muchas veces le resultan incómodas y vergonzosas.
Una buena comunicación se hace imprescindible, puede que el paciente no necesite saber todos los pormenores de su intervención, pero si así lo solicita su urólogo debe de ser capaz de facilitar esta información de una forma simplificada explicando cuales son los procedimientos y técnicas que se van a aplicar en su caso, así como los riesgos que ello conlleva. Pero esto tiene que ser d una forma que sea comprendida por el paciente.
Cuando surge una enfermedad a menudo se agobia al enfermo por parte de familiares, amigos o conocidos con opiniones poco o nada fundamentadas. En este caso después de habernos decidido por un profesional tenemos que confiar en nuestra elección y dejarnos guiar por el.