(dpa) – Levanta la voz y maldice por nada, golpea el escritorio con la mano, rara vez dice buenos días y a menudo tiene ataques de ira después de mantener una conversación con un cliente.
Hay personas que se molestan por el más mínimo detalle y su comportamiento muchas veces hace la vida imposible a sus compañeros de trabajo.
¿Cómo compartir la vida laboral con un colega colérico y no sentir tensión?
En primer lugar hay que poner límites, sugiere Timo Müller, director del Instituto para la Gestión de Conflictos y Comunicación de Liderazgo (IKUF). «Es muy estresante trabajar así», afirma.
En opinión de Müller, el punto de partida posible es «dar una señal clara y establecer los límites». «Por ejemplo, si un colega tiene un ataque de furia puedo salir de la habitación».
El experto aconseja que en ese caso es conveniente explicar al colega por qué abandonó la habitación. Se puede decir por ejemplo: «No me parece apropiado el volumen o tu tono de voz».
Como segundo paso uno puede tratar de ponerse en el lugar de la otra persona.
«La mejor estrategia es tomar conciencia de que ese colega irascible no sabe actuar de otra manera en ese momento», explica el entrenador de negocios Mathias Fischedick.
El autor del libro «Überleben unter Kollegen» (del alemán, «Sobrevivir entre colegas») manifiesta que tener en cuenta este aspecto nos ayuda a mantener la calma.
Por otro parte, en el trato con compañeros de trabajo que tienen mal genio hay comportamientos que no son beneficiosos.
Las personas que nunca dan su opinión son percibidas como débiles por sus colegas coléricos, explica Müller.
«Con este puedo hacer lo que quiero, piensan». Por lo tanto, es importante mostrarse seguro de manera consecuente, enfatiza el especialista en conflictos.
Según el psicólogo y consultor Christoph Burger, está mal inhibirse y soportar los arrebatos de un colega colérico. Pero tampoco se resuelve la situación si se lo ignora o se lo somete a acoso laboral o mobbing, aclara.
Menos aún ayuda gritar o hacer comentarios sarcásticos del estilo de «¿te agarró otra vez un ataque?», asegura Fischedick.
Esgrimir una justificación, por ejemplo, si el ataque de furia del colega se debe a algún error en el trabajo, tampoco ayuda en lo inmediato a distender la situación. «Eso sólo conduce a una mayor oposición», apunta.
No obstante, el instructor recalca que esto no debe conducir a que uno deba aceptar los arrebatos de ira de la otra persona.
Para lograr una armonía a largo plazo con colegas o superiores fácilmente irritables, es importante conversar del tema lo antes posible. Fischedick subraya que la charla debe llevarse a cabo en privado y una vez que el colega se haya calmado.
En esa conversación se debe hacer primero hincapié en que uno intenta comprender a la otra persona, por ejemplo con preguntas como «Levantaste la voz. ¿Por qué te ofuscaste y no mantuviste la calma?»
Pero luego hay que dejar en claro que este comportamiento no será aceptado a largo plazo y que se valora una disculpa.
Si todo esto no ayuda, es el momento de incorporar a otra persona, por ejemplo a un superior, pero siempre junto con el colega en cuestión.
Müller sugiere la siguiente estrategia de discusión: «Creo que así no podemos seguir. Te he señalado tu comportamiento varias veces. Ahora iré directamente a hablar con el jefe».
Una vez que se involucra a un superior, hay que informar de la manera más objetiva y precisa posible sobre el comportamiento que lo perturba de ese colega irascible, apunta el mediador.
«Debería mencionar frases concretas o palabras proferidas por el compañero de trabajo», señala Müller.
El jefe puede entonces mantener una conversación con el empleado o sugerirle un entrenamiento en resolución de conflictos.
Por Amelie Breitenhuber (dpa)