Un turista ha desenmascarado a Banksy. O eso se dice en los mentideros. Mientras que el artista publicó en su cuenta de Instagram su última obra en pleno Belén, un turista que rondaba la zona inmortalizó al que – supuestamente – es el artista callejero más misterioso y emblemático de ese arte que muchos aprecian y otros consideran vandalismo: el grafitti.
Peace on Earth. Terms and Conditions Apply es el fresco que apareció a principios de diciembre en la entrada a la llamada Gruta de la Leche, donde se dice que María, José y el recién nacido Jesús se escondieron tras el edicto de Herodes para dar muerte a los infantes menores de tres años.
Independientemente de la historia del lugar, que la tiene, la revalorización de la obra ahora que se ha visto el rostro de quien sería un polémico artista de Bristol puede que dispare, aún más, las visitas al santo lugar. Y de paso le harán posiblemente también ganar dinero. ¿Por qué?
Belén, ciertamente, tiene algo para el artista británico. Hace poco abrió allí un hotel que presume de tener las peores vistas del mundo: muro.
Uno que solo permite que traspase la luz apenas media hora al día. Eso sí, sin duda este elemento arquitectónico es su mejor carta de presentación, su espacio para reivindicar y dejar su huella, creencia, legado y arte. Y si de esta ciudad hablamos, también como peregrinaje deberíamos hablar de los muros de Banksy por la ciudad y por medio mundo.
Y es que el arte, poco tiene de coherente y mucho de sentimental o de moda. ¿Cuánto se necesita para ser coleccionista de arte? ¿Es algo reservado solo para las grandes fortunas y billeteras sin límite?
Lo cierto es que no. Aunque tampoco hay que hacerse ilusiones. Hay que ahorrar si se quiere comenzar. Eso sí, está de moda entre los más jóvenes y culturetas. Hoy regalar arte y comenzar a coleccionarlo es tendencia. Actores, cantantes y los jóvenes preparados quieren ser mecenas.
Comenzar una colección de arte propia
Los grandes coleccionistas de arte comenzaron por pequeñas piezas, pero antes de dar el salto, tuvieron varias cosas claras y aconsejan a los noveles en el camino para acertar.
Lo primero fue formarse. El arte es una disciplina y, como tal, hay que estudiarla. No se trata de estudiar una licenciatura, grado o curso específico, sino conocer un poco las tendencias, lo que se está exponiendo en las principales galerías, cuáles son los artistas más valorados del momento (aquí habría que volver a situar a Banksy, aunque mucho piensen que más que una sola persona es un colectivo que firma bajo el mismo nombre) y los diferentes estilos y texturas de cada zona del mundo.
Comenzar leyendo, visitando museos, galerías, ferias y echando un vistazo a las subastas – la mayoría prohibitivas – puede dar pistas de qué estilo de arte gusta a cada uno y qué se mueve actualmente entre los más exigentes. Y ese es el segundo paso, tener claro que quien comienza a comprar arte, va a verlo habitualmente en su vivienda. Así que más vale que guste y cumpla las expectativas de cada cual.
Una vez se encuentra algo que representa o significa algo para el comprador, hay que valorar al artista para decidirse y acertar.
Conocer la trayectoria, las exposiciones que ha hecho, lo que opina la crítica, cuáles son sus colecciones, etc. es vital antes de decidir por invertir y apostar por sus trabajos.
El arte, más allá de la belleza, es también inversión con lo que puede ser incluso, a la larga, un salvoconducto económico. Pero en primer lugar, hay que convivir con ello, así que no vale cualquier pieza.
Contar con un asesor puede ser interesante, aunque no necesario. El arte no tiene por qué comprenderse. Basta con sentirlo y disfrutarlo.
El ahorro será vital. Muchos hablan de llegar a los 3.000 euros de partida, sin embargo, hay artistas emergentes que venden sus trabajos mucho más baratos. Desde 150 euros es posible encontrar algunas láminas de los principales artistas que son tendencia en el Reino Unido como pueda ser Hayden Keys, cada vez mejor valorado y con clientes como Chris Martin en su cartera.
Pintura, grabados, fotografía, litografía, escultura, carboncillo, grafitti o materiales reutilizados. Todo cabe en el mismo paraguas. Y todo puede ser digno de ser expuesto. Y, por supuesto, comprado.
Solo los años dirán si se revaloriza o no. Nadie apostaba por Warhol, por Picasso o por el mismo Banksy, y hoy en día son grandes nombres que, durante años, seguirán llenando libros de arte.
Aunque la irreverencia está de moda y los artistas apostaron históricamente por ella, la elección y el salto a comenzar una colección propia debe moverla la inquietud y el propio gusto. No solo el arte es para millonarios. Banksy no vende sus muros.