Sarrebruck (dpa) – El Sarre es un estado federado de Alemania que limita con Francia y Luxemburgo. Su nacimiento como entidad administrativa con ese nombre se lo debe a una regulación del Tratado de Versalles, que puso fin a la Primera Guerra Mundial y entró en vigor el 10 de enero de 1920.
De acuerdo al tratado, el entonces Territorio de la Cuenca del Sarre, que se corresponde con el actual estado federado, sería administrado por la Sociedad de Naciones como región independiente.
El año del centenario del Sarre se celebrará a gran escala: con una exposición itinerante, excursiones en grupo y numerosos festejos. Hace unos días, el primer ministro del Sarre, el demócrata cristiano Tobias Hans, anunció en su recepción de Año Nuevo el inicio de las celebraciones que se prolongarán durante todo el año.
Con este aniversario, los habitantes del Sarre celebran al mismo tiempo su identidad. «La gente del Sarre no comenzó a desarrollar una mentalidad propia hasta después de 1920. Antes de eso, en Alemania sólo existían Prusia y Baviera», explica Jochen Wagner, funcionario adjunto del Gobierno regional del Sarre y a cargo del programa del centenario, denominado «Saarhundert».
El político demócrata cristiano explica que, tras su creación, el núcleo del Sarre se ha mantenido estable, aunque ha crecido una quinta parte en comparación con hace cien años. Wagner añade que, debido a su historia, el Sarre tiene una característica especial: «Los habitantes de la región han desarrollado una mentalidad individual cuyos límites coinciden con las fronteras estatales».
El Territorio de la Cuenca del Sarre fue fundado hace cien años como un «constructo artificial» alrededor de ciudades industriales, minas y zonas de captación de los trabajadores. De esta manera, Francia se aseguraba el acceso a las minas de carbón del Sarre como compensación por los daños sufridos y como parte de las reparaciones que Alemania debía pagar por la Primera Guerra Mundial 1914-1918).
Tras varios cambios de dependencia y desplazamientos de fronteras, también después de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), el Sarre «pasa definitivamente a formar parte de Alemania» en 1957, como señala el historiador Reiner Jung, del Museo Histórico del Sarre en Sarrebruck.
De esta manera, la región se convierte en el estado federado más joven de la República Federal de Alemania, y también en el más pequeño si se exceptúa a las tres ciudades-estado del país: Berlín, Bremen y Hamburgo.
El director adjunto del museo señala que el Sarre, que actualmente alberga a casi un millón de habitantes, tiene una historia única: «Es un caso muy singular: el territorio fue separado dos veces de Alemania».
En 1920 la región fue disgregada del Imperio alemán y puesta bajo el mandato de la Sociedad de Naciones con una comisión internacional. Más tarde, en 1935, el Sarre regresó a Alemania después de una votación popular con más de un 90 por ciento de votos a favor.
Después de la Segunda Guerra Mundial, el Sarre volvió a pasar por ocupación y administración francesa, pero se le permitió ya a principios de 1946 una administración regional y una constitución propia. Económicamente, Francia siguió controlando la región, con una fuerte influencia también en la política educativa y cultural, que continuó a pesar de la creciente resistencia de la población.
En 1955, los habitantes votaron en contra del Estatuto de Sarre, que buscaba conceder al estado autonomía política bajo control europeo. De esta manera, Francia se vio obligada a aceptar el ingreso del Sarre a la República Federal.
«Es así como el Sarre recorrió siempre un ‘camino especial'», afirma Wagner, jefe de Relaciones Públicas del Gobierno regional y Protocolo en la Cancillería del Estado. «Podríamos haber girado en otra dirección para cambiar de rumbo».
El funcionario explica que el deseo de los habitantes del Sarre de regresar a Alemania contribuyó claramente a la creación de su identidad: «En el Sarre, siempre ha habido una marcada conciencia del ‘nosotros'». Añade que su singular mentalidad también se ha desarrollado «porque no pertenecemos a nadie, sólo a nosotros mismos. Estuvimos durante mucho tiempo manejados desde afuera».
Wagner continúa explicando que, hasta hoy, la población del Sarre se define por su historia: existe un patriotismo local y una fuerte cultura del voluntariado que naturalmente se basa en la cohesión de sus habitantes.
«Tenemos la mayor cantidad de voluntarios en relación al número de habitantes», dice Wagner. Añade que, además, el número de asociaciones sin ánimos de lucro es muy elevado: hay habitantes del Sarre que son miembros activos en siete u ocho entidades diferentes.
Para dar vida a la historia del Sarre, el «Saarhundert» sale de gira en forma de exposición itinerante: el Gobierno ha puesto a disposición de los municipios y escuelas públicas numerosos tableros informativos.
«No queríamos hacer una exposición en un lugar fijo, sino una móvil que llegue a todos los ciudadanos», enfatiza Wagner, y explica que las aproximadamente 150 escuelas secundarias y 50 municipios del estado federado pueden «reservar» la muestra por un periodo de dos semanas. «No cuesta nada. La llevamos, la armamos y la volvemos a quitar».
También se planean viajes en grupos, uno en mayo para visitar sitios de importancia histórica en la región y otro en noviembre a Ginebra, en Suiza. El Parlamento Estatal y el Tribunal Constitucional también han planeado eventos.
Por último, Wagner confirma que habrá festejos, por ejemplo el previsto para principios del verano boreal en el Museo Histórico del Sarre.
Por Birgit Reichert (dpa)