(dpa) – La Iglesia católica en Alemania sigue firme en su proceso de reformas, el llamado «Camino Sinodal», en la que los prelados deliberan junto con organizaciones laicas sobre temas como el celibato, la moral sexual católica o la posición de las mujeres en la Iglesia.
Debido a las restricciones por la pandemia del coronavirus, la asamblea sinodal prevista para principios de septiembre en Fráncfort se pospuso al año que viene, ante la imposibilidad de reunir en este momento al máximo órgano, integrado por 230 obispos, fieles y representantes de diversas profesiones.
En su lugar se celebraron cinco conferencias regionales más pequeñas en Berlín, Dortmund, Fráncfort, Ludwigshafen y Múnich.
El «Camino Sinodal» se inició en Alemania como consecuencia del escándalo desatado por los abusos de menores en la Iglesia.
El primer tema en la agenda de las recientes conferencias regionales fue la crisis causada por el coronavirus.
En mayo, el obispo de Ratisbona, el conservador Rudolf Voderholzer, había dicho que debido a la pandemia el «Camino Sinodal» estaba «bastante tranquilo». Señaló que la amenaza existencial desplazó las cuestiones políticas, como la posición de la mujer en la Iglesia, y que, en cambio, los fieles buscaron cada vez más el apoyo espiritual de los sacerdotes.
Sin embargo, varios participantes trazaron un cuadro diferente y destacaron que los templos estaban ahora más vacíos los domingos que nunca antes.
Por un lado, esto se debe a que las personas mayores tienen miedo a infectarse con el coronavirus, pero, por otro, muchos feligreses practicantes también descubrieron durante el confinamiento que podían pasar bien los domingos sin ir a misa.
Se espera además que muchos cristianos se den de baja de la iglesia y dejen de pagar el impuesto eclesiástico. En Alemania los miembros de las Iglesias católica y evangélica lutherana (protestante) pagan entre un ocho y un nueve por ciento del impuesto a los ingresos, dependiendo del estado federado en el que vivan. El tributo es deducido directamente del salario y transferido por el fisco a las Iglesias.
Es novedoso que a través del camino sinodal los católicos alemanes tengan ahora un foro donde se discuten abiertamente todo tipo de temas y en igualdad de condiciones. Es una especie de «Parlamento eclesiástico», un término que el cardenal Rainer Maria Woelki usó después de la primera asamblea sinodal a principios de febrero.
A Voderholzer esta expresión no le agrada en absoluto, pero los seguidores de la línea dura como él son una minoría. Los «sinodalistas», que representan claramente una mayoría, opinan que este proceso de reforma podría ser la última oportunidad de decidir si el catolicismo seguirá siendo un factor influyente en Alemania o si se hundirá en una religión de nicho.
El presidente del Comité Central de los Católicos Alemanes (ZdK), Thomas Sternberg, señaló en una reunión en Dortmund que por primera vez en décadas todos los presentes tiraban de la misma cuerda.
«Solo hay unos pocos casos, muy aislados, que empiezan a hacer críticas fundamentales, pero que apenas encuentran resonancia. Esta es una nueva experiencia para mí y abogo por no dramatizar la situación de la Iglesia en Alemania y presentarla como dos grandes bloques opuestos», enfatizó Sternberg.
El «Camino Sinodal» tiene como objetivo renovar la Iglesia católica germana y consta de cuatro puntos: el manejo del poder, la moral sexual, el celibato obligatorio de los sacerdotes y la posición de las mujeres en la Iglesia.
La situación de las mujeres es probablemente la más acuciante. Su discriminación parece aún más paradójica porque son esencialmente las mujeres las que mantienen en vida la actividad parroquial en Alemania.
Las mujeres trabajan como voluntarias en las oficinas de las parroquias, organizan festejos, editan los textos de las cartas parroquiales, hacen colectas para Cáritas y dan clases de comunión. Pero los hombres tienen el poder, porque solo ellos pueden ser sacerdotes y obispos.
«Sabemos que el futuro de la Iglesia se decidirá por la cuestión de la mujer», resalta Karin Kortmann, la única mujer en el órgano superior del «Camino Sinodal».
Entre tanto, el Vaticano comunicó que la Iglesia católica del país donde nació la Reforma del monje Martín Lutero, que dio lugar a la Iglesia protestante, no tendrá facultades para ordenar sacerdotisas por su cuenta, ya que existe una sola Iglesia católica, y no una alemana que actúe por su cuenta.
Durante la conferencia en Fráncfort, miembros de la Iniciativa María 2.0 se enfrentaron a la postura del Vaticano con pancartas: «Yo también puedo ser sacerdotisa» y «cuando sea grande, seré papisa».
Según Sternberg, aquí se hace evidente el riesgo de este proceso de reforma: se ha generado un ambiente de renovación, pero existe el peligro de que esto termine en una mayor frustración, sobre todo si Roma pone freno a los cambios concretos.
«No obstante, es importante discutir esto ahora. Las grandes decisiones en la historia reciente de la Iglesia solo han sido posibles porque han pasado muchas cosas antes», declaró a dpa el presidente del Comité Central de los Católicos Alemanes.
Por Christoph Driessen (dpa)