Madrid/Barcelona, 31 mar (dpa) – Seis meses después de los graves altercados que sacudieron Cataluña durante el referéndum soberanista ilegal, su principal impulsor se encuentra en prisión provisional en Alemania, varios de sus colaboradores en la cárcel y en el «exilio» y la región, sumida en el bloqueo político y la incertidumbre.
El terremoto político y social que arrancó el 1 de octubre, con imágenes de policías incautando urnas y actuando contra votantes, ha marcado desde entonces la actualidad en Cataluña y en España.
El último capítulo fue, hace apenas una semana, la detención del ex jefe del Gobierno regional Carles Puigdemont en Alemania, donde ahora espera una decisión sobre su posible extradición a España. Otros ocho líderes separatistas se encuentran encarcelados preventivamente en España por presuntos delitos vinculados al llamado «procès».
El turbulento «octubre catalán», en el que la escalada separatista llevó al Ejecutivo español de Mariano Rajoy a destituir al Gobierno de Puigdemont y a intervenir la autonomía de Cataluña, abrió una crisis institucional sin precedentes en España.
Medio año después, la región se encuentra en un limbo político y el bloque separatista, roto. El apoyo internacional que los soberanistas esperaban no ha llegado. Y no se descarta que los catalanes tengan que volver a las urnas en julio si no se logra formar Gobierno.
«El balance es negativo», asegura a dpa el politólogo Pablo Simón, profesor de la Universidad Carlos III de Madrid. «El (referéndum del) 1 de octubre ha supuesto la judicialización del conflicto catalán y hoy no se ve en el horizonte una salida», añadió.
«El sistema político catalán ha saltado por los aires y está en una situación de reconversión forzada. Esto ha ido en paralelo también a un deterioro de la imagen exterior de España y a un enquistamiento de la situación», explicó el experto.
Las elecciones celebradas el 21 de diciembre en Cataluña por orden de Rajoy devolvieron la mayoría absoluta a los partidos soberanistas: el de Puigdemont, Junts per Catalunya (JxCAT), Esquerra Republicana (ERC) y la Candidatura de Unidad Popular (CUP). Pero, pese al apoyo obtenido en las urnas, estas fuerzas no han logrado hasta ahora formar Gobierno y la región sigue intervenida por Madrid.
El último intento fallido tuvo lugar el 22 de marzo, cuando la CUP truncó la investidura del independentista Jordi Turull como jefe del Ejecutivo catalán en un intento «in extremis» de nombrar al candidato antes de que fuera enviado a prisión por el juez al día siguiente.
Antes, había habido otros dos intentos. Puigdemont, considerado tras su destitución «presidente legítimo» por parte del independentismo, fue el primer candidato oficial, pero su situación judicial hizo imposible su investidura por encontrarse fuera de Cataluña.
El líder separatista se trasladó a Bélgica a final de octubre, tras su destitución, y permaneció en este país para evitar ser detenido en España, donde estaba siendo investigado por la Justicia por delitos de rebelión, sedición y malversación en relación al «procès».
En ese país, y en sus contadas salidas a otros de Europa, Puigdemont continuó durante varios meses la defensa de su proceso independentista y trató de aunar apoyos internacionales.
El 23 de marzo, el juez del Tribunal Supremo que instruye el caso dictó una orden europea de arresto contra el político y, dos días después, éste fue detenido en el norte de Alemania cuando regresaba a Bélgica desde Finlandia, adonde había viajado para hacer campaña.
Actualmente permanece en la prisión de Neumünster a la espera de que la Justicia alemana decida sobre su posible extradición a España. La decisión podría tomarse esta misma semana. «Que todos lo tengan claro: no claudicaré, no renunciaré, no me retiraré», expresó hoy el líder independentista en un mensaje a través de Twitter.
Tras su intento frustrado de investidura, los partidos separatistas propusieron como candidato alternativo al diputado y ex líder civil Jordi Sànchez, que tampoco pudo acudir al «Parlament» catalán para ser nombrado por encontrarse en prisión provisional.
Ahora, los partidos catalanes tienen de plazo hasta el 22 de mayo para formar Gobierno. Si ese día no hay un presidente investido, se convocarán automáticamente nuevas elecciones para el 15 de julio.
Para evitar una vuelta a las urnas, los independentistas tendrían que buscar un candidato de consenso que no tenga problemas para poder ser investido, algo que hasta ahora no han conseguido
Ante el bloqueo, fuerzas como el Partido Socialista de Cataluña o el izquierdista En Comú-Podem han lanzado en los últimos días propuestas como pactar un «Gobierno de concentración» o formar un Ejecutivo integrado por políticos independendientes y con perfil de izquierdas.
«Ambas tienen muy pocos visos de prosperar porque el candidato a la presidencia del Gobierno catalán tiene que ser diputado y, por tanto, es difícil que sea independiente porque tiene que haber estado dentro de las listas de un partido. También porque los independentistas se presentaron (a las elecciones) con un punto muy claro en su programa, la restitución del ‘Govern’ de Puigdemont. Es muy complicado que se abran a la investidura de un candidato con apoyo de En Comú-Podem», analizó Pablo Simón.
El politólogo advierte, además, de que el electorado está actualmente «muy polarizado» tras meses de conflicto y tensión y, por tanto, «la preferencia de un Gobierno de estas características es muy escasa».
«Ahora mismo hay más probabilidad de que los independentistas lleguen a un acuerdo de Gobierno eligiendo un candidato que de un Gobierno de concentración o con independientes», concluyó.
La intervención de Rajoy en Cataluña se mantendrá en todo caso vigente hasta «la toma de posesión del nuevo Gobierno» catalán «resultante de la celebración de las correspondientes elecciones», según la orden del Ejecutivo de Rajoy publicada en octubre. La gran incógnita es cuándo sucederá.
Por Ana Lázaro Verde (dpa)