San Sebastián, 22 sep (dpa) – Fue la primera «chica Almodóvar», una inolvidable republicana en «¡Ay Carmela!» o esa agente inmobiliaria de armas tomar en «La comunidad». Pero entre los muchos reconocimientos que su exitosa carrera ha brindado a Carmen Maura, había uno que se le escapaba. Ahora, San Sebastián le rinde homenaje entregándole el primer Premio Donostia a una actriz española.
«¿Pero eso no era para extranjeras?», contó Maura que pensó cuando le comunicaron la noticia. Luego llegaron los nervios, porque San Sebastián fue su primer festival y porque al hacerse mayor, se está poniendo «más blandengue». «Aquí he vivido de todo… Y lo mismo esta noche hasta me emociono», confesó. «Al menos ya tengo traje.»
Maura (Madrid, 1945) dio sus primeros pasos en el teatro en la década de los 60, hasta que Fernando Colomo la fichó en «Tigres de papel» (1977) y «¿Qué hace una chica como tú en un sitio como éste?» (1978). Fue entonces cuando trabó amistad con un desconocido Pedro Almodóvar, que confiaría en ella para protagonizar su primera película: «Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón».
Aquellos años 80 de la «movida» madrileña estuvieron marcados en el cine por el fructífero tándem Maura-Almodóvar, con títulos tan emblemáticos como «¿Qué he hecho yo para merecer esto?», «La ley del deseo» -en la que dio vida a un transexual- o la extravagante «Mujeres al borde de un ataque de nervios?» (1988), que fue nominada a un Oscar.
«He tenido mucha suerte», confiesa. «Tengo un ángel de la guarda increíble». Pero también reconoce que en su trabajo, ella sirve igual «para un roto que para un descosido» y no le ha importado nunca «salir hecha un Cristo». Por eso ha podido interpretar papeles muy distintos y adaptarse al paso de los años. Maura lo tiene muy claro: «No pienso luchar contra las arrugas. Tengo 68 años y lo voy diciendo por todo el mundo.»
A lo largo de su amplia carrera, con más de un centenar de títulos, ha habido algunos personajes especiales. Si tuviera que elegir, se quedaría con tres: «¡Ay Carmela!» (Carlos Saura), «La comunidad» (Álex de la Iglesia) y «La ley del deseo» (Almodóvar). Éste fue también el más fascinante: «Me sorprendió mucho ver ese hombre que hay dentro de mí», declaró.
Con todo, señaló que cada vez que le dan un papel, se enfrenta a ello como si fuera el primero y el último de su vida. «Cuando digo que sí, lo hago con toda el alma. La cámara me parece una cosa medio sagrada». Y los premios, como éste, intenta tomárselos con sentido del humor. «Cada vez que llega uno me pregunto: ‘¿Qué he hecho yo para merecer esto?'»
Quizá por eso dice que no se le han subido a la cabeza ni la Concha de Plata («La comunidad»), ni sus cuatro Goyas o el premio en Cannes por «Volver», compartido con el resto de actrices de la película. «En mi vida lo más fácil de todo ha sido ser actriz, todo lo demás me ha costado muchísimas más lágrimas, muchísimo más esfuerzo».
Ahora, repite con De la Iglesia en «Las brujas de Zugarramurdi», que ambos presentaron fuera de concurso junto a Hugo Silva, Mario Casas y Carolina Bang. En esta nueva comedia negra del autor de «El día de la bestia», Maura da vida a una terrible bruja de un pueblo navarro que busca vengarse de los hombres, y Silva y Casas, dos atracadores a la fuga, se convierten en sus víctimas.
Con su habitual locuacidad, De la Iglesia explicó que ha querido «reírse de la guerra de sexos, de lo tontos que son los hombres y lo malas que pueden ser algunas mujeres», y sobre todo, entretener al espectador sin necesidad de lanzar grandes mensajes. Y frente a otros cineastas de éxito que buscan producir fuera, él dejó claro que quiere seguir haciendo cine en España. «Aunque parezca raro.»
Por Elena Box