Los Angeles, 18 sep (dpa) – La gala número 70 de los premios Emmy arrancó con un número de baile en el que participaron estrellas de varias minorías que siguen estando escasamente representados en el cine y la televisión.
Los actores y comediantes negros Sterling K. Brown («This is Us») y Kenan Thompson («Saturday Night Live»), el cantante puertorriqueño Ricky Martin y la actriz coreano-canadiense Sandra Oh se dejaron ver sobre el escenario y se esforzaron por darle a la noche un barniz de diversidad desde el principio.
Pero en las tres horas que siguieron, los miembros del jurado de la Academia de Televisión frustraron esta promesa: triunfaron los viejos conocidos y sobre todo, los blancos.
Por ejemplo, en las categorías de comedia las innovadoras series de drama protagonizadas por negros «Atlanta» e «Insecure» quedaron atrás. No ganaron ni en las categorías principales ni en las de actores.
En su lugar, la serie ambientada en los años 50 «The Marvelous Mrs. Maisel» se convirtió en la gran triunfadora de la noche. La ficción de Amazon se hizo con un total de ocho premios, entre ellos el de mejor serie de comedia, mejor actriz para Rachel Brosnahan, mejor guion y mejor dirección para Amy Sherman-Palladino y mejor actriz de reparto para Alex Borstein.
En la categoría de drama, «Game of Thrones» se coronó por tercera vez como mejor serie. Peter Dinklage consiguió su tercer premio Emmy como mejor actor de reparto por su papel de Tyron Lannister en la fantasiosa historia creada por David Benioff y D.B. Weiss.
De los 22 galardones a los que aspiraba, la historia basada en los libros del escritor George R.R. Martin se llevó tres en la gala, además de los seis que ya se conocían.
La gran perdedora en los dramas fue «The Handmaid’s Tale», que ganó el año pasado: la serie del servicio de streaming Hulu ocupaba el tercer lugar de las nominaciones con 20 pero sólo se llevó tres premios. Lo mismo le ocurrió al western de ciencia ficción «Westworld», que sólo logró cuatro Emmy pese a contar con 21 nominaciones.
Al programa de gags de la cadena NBC «Saturday Night Live» le fue bien ya que recogió ocho premios. Sin embargo, el equipo dirigido por el productor Lorne Michael debe asumir las críticas en el plano artístico: por primera vez desde finales de los años 80 fueron contratados para los gags de una gala que suele tener poca audiencia, pero el espectáculo de tres horas no funcionó y dejó frío al público asistente en el Teatro Microsoft (anteriormente conocido como Teatro Nokia).
También llamó la atención la ausencia del que ya es el invitado más invisible en todas las ceremonias de premios en Estados Unidos: Donald Trump. En comparación con el «Fuck Trump!» de Robert de Niro en la entrega de los premios de teatro Tony, las estrellas de la televión permanecieron mansas, algo poco habitual. Sólo la presentadora de late-night Samantha Bee se atrevió a lanzar una mordaz indirecta: «Ahora mismo estoy viendo ese drama tan distópico y escandaloso llamado ‘las noticias’. Pero verdaderamente tienen que cambiar al protagonista».
La nota romántica de la noche la puso el director Glenn Weiss, quien subió a la tarima para recibir el premio a mejor dirección de un especial de variedades por los Óscar en la cadena ABC y le propuso desde allí matrimonio a su pareja. «Te preguntas por qué no me refiero a tí como ‘mi novia’. Quiero llamarte ‘mi mujer'», le dijo a Jan Svendsen, que estaba sentada entre el público. Ella aceptó y él admitió después ante la prensa no haber contado con un plan B. Al fin y al cabo, le salió bien.
Por Christian Fahrenbach (dpa)