La tecnología ha avanzado a tales niveles que ya ni siquiera hace falta escribir, porque los ordenadores y smartphones facilitan todo, toman nota de los dictados y los convierten en textos. Sin embargo, hay un instrumento que nunca se debe dejar y que, por muy anticuado que para algunos sea, siempre sacan de apuros y están más vigentes que nunca en las oficinas, el hogar y allá donde sea: se trata de los bolígrafos.
Por más adelantada que esté la tecnología, siempre hay productos que se mantienen vigentes y que nunca son destronados, por más dispositivos que lleguen y cumplan o mejoren sus funciones. Tal es el caso de los bolígrafos, que están presentes en toda oficina y nunca dejan mal a quienes los usan.
Son elementos muy importantes para poder escribir y dejar constancia por escrito de todo lo que se quiera. Actualmente, los ordenadores y dispositivos móviles cumplen con muchas funciones en la escritura, incluso interpretan los sonidos de la voz y los convierten en texto digital, por lo que prácticamente ya ni se utilizan las manos.
Por más que los avances tecnológicos arrasen con todo, el bolígrafo se mantiene más vigente que nunca. Es un instrumento muy esencial para registrar datos en papel, escribir notas a la antigua usanza, y anotar de inmediato palabras y frases que se necesitan guardar, hasta una servilleta puede ser un buen soporte en esos momentos necesarios.
¿Cómo funcionan?
Los bolígrafos derivan de las antiguas plumas como fuentes estilográficas que se llenaban de tinta a través de un pequeño tubo recargable en el que se mantenía hasta que se acabara. Los modernos bolígrafos también tienen esos pequeños tubos, solo que están sellados.
A diferencia de las plumas fuentes, que tenían una muy puntiaguda punta por la que se absorbía la tinta, los bolígrafos tienen una esfera muy pequeña en su extremo, que distribuye la tinta durante su recorrido sobre el papel. La rotación de la esfera va dejando caer la misma sobre la superficie.
Hay que considerar que la fricción y la textura del papel van desgastando la punta del bolígrafo, por lo que tras un tiempo, los trazos pueden llegar a ser irregulares o hasta dejar de estampar la tinta.
Tipos de bolígrafos
Hay una amplia variedad de bolígrafos, que se diferencian por las funciones que cumplen, así como por los estilos y materiales con los que son elaborados.
Entre estos destacan los siguientes:
Tradicionales: son los de mayor uso, muy económicos y prácticos. Se utilizan en todas partes. Usan tinta gruesa y base aceitosa, siendo muy adaptables, resistentes y fabricados en distintos formatos.
Roller: son más elaborados, con puntas más finas, que hacen trazos más delicados. La tinta se desarrolla a base de agua. Son muy fáciles de utilizar y proporcionan una escritura fluida y suave.
Bolígrafos de gel: su tinta es con base de agua, pero con unas partículas de pigmentos suspendidas. Son muy duraderos y su tinta queda conservada durante mucho más tiempo sobre cualquier tipo de papel. Ofrecen una escritura muy suave y, por sus particulares propiedades, pueden tener más tonos de colores.
Retráctiles: tienen un mecanismo que esconden o sacan las puntas cada vez que se accionan.
De giro helicoidal: igualmente, muestran o guardan la punta, dando un pequeño giro de un lado o de otro, según sea el caso.
Recambios: sea cual sea el bolígrafo que se utilice, se tiene la posibilidad de cambiar sus rellenos de tinta, a excepción de los desechables, que nada más se utilizan una sola vez. Estos últimos, por cierto, son muy empleados en todas las oficinas, centros de estudios, empresas, tiendas, y cualquier otro lugar donde necesariamente se hagan anotaciones.
Los bolígrafos siempre se mantienen al frente en lo que refiere a anotaciones rápidas o tradicionales, por encima de cualquier dispositivo tecnológico, por eso se ven en todas partes sin la más mínima muestra de poder desaparecer.