La economía argentina nuevamente va en picada. Por una parte la producción del país ha disminuido, la deuda externa ha incrementado y hace tan sólo unos meses el presidente de la nación Mauricio Macri anunció que Argentina atravesaba una “situación de emergencia” y propuso un Plan de Ajuste que incluía una reducción de los ministerios a menos de la mitad y el regreso de las retenciones al campo.
Eso sin mencionar que el peso argentino perdió más del 50% de su valor contra el dólar en el 2018 y se espera que esa depreciación acelere aún más la inflación, que ya ha superado el 30%.
Además la tasa de interés llegó a 60% en el 2018, algo que hubiese sido difícil de imaginar en el primer trimestre, cuando las cosas marchaban dentro de lo previsto.
Según la última proyección de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), la economía argentina pasó de tener un crecimiento económico de 2,9% en el 2017 a una caída del PIB de -0,3% en el 2018.
Por otro lado, para nadie es un secreto que a Mauricio Macri le tocó una tarea difícil durante los dos primeros años de su mandato, la cual, era volver a poner de pie al país entero, después de la pésima gestión desempeñada por la expresidenta Christina Fernández.
No obstante, la tarea más difícil que aún tiene Macri en sus manos es la de restituir esos valores que habían perdido los argentinos y hacerlo no es una cosa que se pueda llevar a cabo en poco tiempo. No se puede evaluar esa restauración de valores en pocos años, requiere al menos dos décadas, pero es importante haber empezado.
Cuando se acerque el final del mandato de Macri, los argentinos deben prepararse para una herencia tan difícil como la que vivieron en 1983 y en el 2001 y poco importa quién sea el próximo presidente, porque los problemas de esta durísima realidad no obedecen a ningún partido político y son asuntos tan graves que será imposible maquillarlos, por hábil que sea el siguiente en ocupar la presidencia de Argentina. Los argentinos tienen por delante, otra vez, tiempos complicados que requieren no sólo madurez política sino también social.
En pocas palabras, después de Macri a Argentina le toca renacer de las cenizas, le toca volver a empezar. Tienen riquezas, tienen patrimonio, pero necesitan aprender a administrarlo, cuidarlo y producirlo.
Soraya Andreina Pérez