(dpa) – Llueve a caudales, el coche patina sobre el agua, el conductor entra en pánico e intenta girar el volante rápidamente. Sí, es una reacción normal, pero lo que hay que hacer en esa situación es precisamente todo lo contrario.
El fenómeno es conocido como «aquaplaning«. En ese patinaje sobre agua a velocidad, el vehículo pierde tracción y el conductor pierde el control. Intentar cambiar de dirección sería un error, porque si lo hacemos las ruedas estarían clavadas cuando recuperen el contacto con el suelo y le transmitirían toda esa potencia de redireccionamiento al vehículo, lo que llevaría a que el auto girara abruptamente.
Lo correcto sería dejar el volante tal cual estaba, intentar bajar la velocidad y presionar el embrague. Sólo se debería pisar el freno en caso de peligro. En los coches automáticos, el conductor debería retirar el pie del acelerador y concentrarse en mantener la dirección en lugar de intentar poner el coche en punto muerto.
El riesgo de «aquaplaning» aumenta en viaductos, curvas y canaletas después o durante lluvias fuertes. Podría suceder que los surcos de la rueda no pudieran evacuar la suficiente cantidad de agua y eso derivara en el hidroplaneo.
En resumen: si está lloviendo mucho, siempre es mejor bajar la velocidad y aumentar la distancia hacia el coche de delante, tanto porque aumenta el riesgo de «aquaplaning» como porque la visibilidad es reducida, entre otras cosas, porque al limpiaparabrisas le lleva su tiempo ir de un lado a otro para retirar el agua y la suciedad que empañan el vidrio.