Santiago de Chile, 17 jun (dpa) – El presidente chileno, el conservador Sebastián Piñera, cumple el martes los primeros 100 días de su segundo mandato, marcado por un arsenal de grandes anuncios y proyectos para hacer crecer nuevamente la economía del país, pero con críticas de la oposición y algunas reprobaciones de su propia coalición.
No más asumido el Gobierno, uno de los primeros problemas que debió enfrentar fue la designación de su hermano Pablo Piñera como su embajador en Argentina, decisión que le trajo tantos dolores de cabeza que, al final, y ante las crecientes protestas desde la centro izquierda, debió revertir luego de que lo comenzaran a acusar de nepotismo, denuncia que el mandatario rechazó.
Desde los primeros días, Piñera partió con un cúmulo de anuncios sobre iniciativas que, según sus opositores, en gran parte no son todavía enviadas al Congreso para su tramitación o cuyo tratamiento ha sido lento.
Se le celebró, empero, el hecho de que una de sus primeras medidas fuera dictar un instructivo a comienzos de abril para normalizar la permanencia en el país de miles de extranjeros en situación irregular. «Ha llegado el momento de poner orden en este hogar que compartimos en esta, nuestra casa», dijo Piñera en esa oportunidad.
De más de más un millón de inmigrantes, más de 300.000 estaban ilegales, situación que se ha ido regularizando casi completamente con el paso del tiempo.
El mandatario, que alcanzó la presidencia en segunda vuelta en diciembre con cerca del 55 por ciento de los sufragios, carece de una mayoría parlamentaria, asunto que le complica para pasar sin dificultades leyes que están incluidas en su programa de Gobierno prometido al país y con el que intenta traer «tiempos mejores» a los chilenos, según ofreció en su campaña electoral.
A Piñera se le critica incluso desde su propio sector político representado por Chile Vamos, una coalición de partidos de derecha que sustentan su administración, porque transcurridos más de tres meses desde que asumió, aún no completa la instalación de su Gobierno al faltar autoridades por designar en varias regiones y provincias del país.
Además, hay materias que se encuentran radicadas en el Congreso, como un proyecto de ley sobre identidad de género, entre varias otras, en las que el oficialismo, conformado por liberales y conservadores, está dividido.
«Le pido a todos los chilenos: Dejemos atrás las pequeñeces, las rencillas que no conducen a ninguna parte y comprendamos que es mucho más lo que nos une que lo que nos divide», respondió recientemente a sus detractores.
Su ambicioso plan de Gobierno tiene por objetivo erradicar en los próximos años la pobreza y convertir a Chile en el primer país desarrollado de América Latina.
«Llegó la hora de dar un gran salto adelante para transformar a Chile (…) en un país desarrollado» antes de que termine la próxima década, sentenció en la cuenta pública que ofreció ante el Congreso Nacional el pasado 1 de junio, casi tres meses después de haber asumido su segundo periodo presidencial de cuatro años.
El mandatario de 68 años ha señalado a los chilenos que para avanzar en esos objetivos es necesario revertir el estancamiento económico que se ha producido en el país en los últimos años, recuperar los equilibrios fiscales, el dinamismo y la capacidad de crecer, crear buenos empleos, mejorar los salarios, invertir e innovar en ciencia y tecnología.
Además, convocó al país a aunar esfuerzos para alcanzar en su periodo grandes acuerdos nacionales en asuntos como la infancia, seguridad ciudadana, salud «oportuna y de calidad para todos», paz en la conflictiva región de Araucanía y lucha contra la pobreza.
De hecho, el gobernante ha conseguido conformar comisiones transversales integradas por oficialistas y de oposición para estudiar y avanzar en esos temas.
Muchos de los problemas del país el líder derechista se los atribuye al Gobierno de su antecesora, la presidenta socialista Michelle Bachelet (2014-2018), al acusarla de haber generado incertidumbre, debilitar los equilibrios macroeconómicos, frenar la innovación y el emprendimiento con las reformas realizadas en su periodo, entre otras deficiencias.
Según Piñera, considerado uno de las personas más adineradas del país, las reformas de Bachelet debilitaron la responsabilidad fiscal y se duplicó la deuda pública. Por ello, ha señalado que tiene una tarea muy dificíl para los próximos años de su Gobierno, que se extenderá hasta 2022.
Por Carlos Dorat (dpa)