Ciudad del Cabo (dpa) – El héroe sudafricano Nelson Mandela luchó en su momento por la derogación de la pena de muerte. Ahora su nieta Ndileka la quiere volver a implementar. Cuando se le pregunta si apoya una petición en ese sentido convocada por estos días, responde a dpa: «Sí, la apoyo».
La activista habla así en nombre de cientos de miles de sudafricanas (más de 380.000) que, en el transcurso de pocas horas, firmaron una petición en Internet a favor de la reinstauración de la pena de muerte para los casos de femicidios.
Están bajo el efecto del brutal asesinato de una estudiante de 19 años de la Universidad de Ciudad del Cabo. El cadáver de Uyinene Mrwetyana apareció el pasado 2 de septiembre. Al parecer, fue violada previamente por un empleado de una oficina de correos.
La creciente ola de violencia contra las mujeres en el país del sur del continente africano está movilizando cada vez más seguido a las sudafricanas.
También mujeres que en su momento tuvieron un papel importante en la lucha contra el apartheid apoyan ahora estos drásticos reclamos. En una manifestación delante del edificio en que sesionaba el Foro Económico Mundial en Ciudad del Cabo las mujeres pidieron a los gritos que se declare el estado de emergencia por violencia de género.
En las redes, las mujeres sudafricanas iniciaron una campaña bajo el hashtag #AmINext (#soylaproxima) en la que, inspiradas en el movimiento #MeToo, relatan sus propias experiencias en cuanto a violencia de género.
Una y otra vez los casos de mujeres asesinadas generan indignación en Sudáfrica. Las tasa de femicidios son elevadísimas. Las violaciones y la violencia de género en general también están muy propagadas en este país de estructuras patriarcales. Pero generalmente estos casos quedan impunes o se resuelven con penas menores.
Por eso, antes de reformar la ley para reimplementar la pena de muerte, la activista Ndileka Mandela reclama una reforma del sistema judicial.
«Nuestro sistema judicial está organizado de tal manera que protege a los hombres pero no a las mujeres. Eso debe cambiar», pide. En alrededor del 80 por ciento de todos los casos, los agresores salen sin condena de los juicios, estima.
También la portavoz de las mujeres en la Organización de Naciones Unidas, la keniana Anne Githuku-Shongwe, pide cambios en cuestiones fundamentales. «Es una tarea nacional. Cada ministro debe sentirse responsable por generar este cambio. De manera similar a como sucedió en su momento en la lucha contra la epidemia de sida», reclama.
Un punto de vista similar defiende Sipho Pityana, presidente del grupo minero AngloGold Ashanti. Pityana ocupa un lugar en el consejo de administración de la universidad a la que asistía la brutalmente asesinada Uyinene Mrwetyana y reclama señales claras y urgentes de parte del Gobierno.
«Uyinene Mrwetyana fue sólo la última de muchas víctimas de agresiones brutales en una región en la que aproximadamente el 45 por ciento de las niñas y mujeres mayores de 14 años ya experimentaron la violencia física o sexual», asegura el Foro Económico Mundial en una declaración en la que llama a las autoridades responsables a actuar.
Bajo el lema #enoughisenough – our women and children deserve better (algo así como: suficiente es suficiente – nuestras mujeres y niños merecen algo mejor) se está organizando la resistencia en Ciudad del Cabo. «Espero que el movimiento genere cambios», dice la portavoz de de las mujeres Githuku-Shongwe.
La nieta de Mandela considera que este potencial de violencia en el país, que también se refleja en ataques xenófobos y otros actos criminales, es una reacción a la miseria que vive gran parte de la población.
Ahora hay «una especie de primavera sudafricana, como en la primavera árabe, cuando las personas se levantaron contra el Estado», dice.
¿Habría entendido su abuelo su petición para reinstaurar la pena de muerte? «El abuelo odiaba la anarquía, la despreciaba», dice la nieta, aunque admite: «Pero vivía en otro tiempo. En aquel entonces las circunstancias eran otras».
Por Ralf E. Krüger (dpa)