(dpa) – A menudo, el destino o la situación particular de un animal conmueve a todo un país, a veces durante semanas. Tal es el caso de Sammy, Skippy o Bruno, entre otros, que en los últimos años ocuparon los titulares de los diarios en Alemania.
SKIPPY: En el verano de 2015 el canguro desconcierta a la policía mientras salta de un lado a otro en el Sauerland, una región fría y montañosa de Renania del Norte-Westfalia. Finalmente el exótico marsupial es atrapado y entregado a un criador de animales de la localidad de Medebach.
BODO: En 2012, el buey decide separarse de sus congéneres en el norte del estado federado de Turingia para unirse a un rebaño de cabras. Según los veterinarios, este hecho no resultó tan extraño porque el bovino macho «huérfano» había sido criado con biberón junto a varias cabras.
YVONNE: La fuga convierte a la vaca en una estrella internacional en 2011. Durante varios meses Yvonne logra resistirse a numerosos intentos de captura en el bosque bávaro, hasta que finalmente el disparo de una pistola eléctrica detiene su marcha. La vaca es trasladada a un refugio de animales.
PETRA: En el lago Aase, en la ciudad de Münster, un cisne negro llama la atención por una historia de amor particular. Petra ha elegido a un amante muy especial: un bote a pedal en forma de cisne, del cual no se despega durante varias semanas en el verano de 2006. La historia tiene un final feliz, ya que la hembra finalmente encuentra a su cisne real que se adapta mejor a sus necesidades.
BRUNO: En 2006, el oso proveniente del Tirol avanza lentamente a través de los bosques bávaros hasta que el hambre lo invade y va en busca de sus presas. Para capturar a las ovejas el oso se acerca demasiado a las zonas pobladas, por lo que las autoridades emiten una señal de alerta y autorizan a los cazadores a matar al animal. Las protestas de los activistas por los derechos de los animales son tan resonantes que llegan incluso a las primeras planas del diario «New York Times».
Por Michael Kirner (dpa)
Foto: El buey Bodo se pasea con cabras en una granja y no quiere tener nada que ver con los ejemplares de su especie /Michael Reichel/zb/dpa