Buenos Aires, 20 oct (dpa) – «En Argentina hay un sistema diseñado, montado y perfeccionado para la corrupción y la impunidad», afirma el periodista Hugo Alconada Mon, quien lleva décadas investigando la trama subterránea ilegal que controla el poder y los millones en el país sudamericano.
La corrupción argentina excede a los gobiernos, los partidos políticos y sus protagonistas, sostiene Alconada Mon, autor del libro «La raíz de todos los males» (Planeta). Cuenta además con múltiples jugadores que integran un sistema de poder amplio.
«Participan policías que no reprimen el delito sino que lo regulan, fiscales que no investigan, jueces que no juzgan, periodistas que no informan sino que cobran por su silencio, sindicalistas que no defienden a los trabajadores, empresarios que no compiten sino que se cartelizan, políticos que terminan cobrando sobornos para enriquecimiento personal y para financiar campañas que les permitan conservar su poder y seguir cobrando sobornos», señala a dpa.
A diferencia de lo que ocurre en otros países, donde se registran casos aislados de corrupción pero porque alguna empresa tienta a algún funcionario, o un funcionario intenta pedir un soborno, en Argentina existe una profesionalización del sistema «con jugadores que por debajo de la superficie trabajan para todos los gobiernos».
En los últimos años surgieron numerosas investigaciones sobre supuestos casos de corrupción durante los gobiernos del ya fallecido Néstor Kirchner (2003-2007) y su esposa y sucesora Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015). «Pero esto excede al kirchnerismo, aunque en el kirchnerismo hemos encontrado algunos ribetes que han llegado al paroxismo», sostiene Alconada Mon.
El periodista y abogado sostiene, luego de dos décadas de investigación sobre corrupción, que «desde el retorno de la democracia (en 1983) esto ha sido un sistema que se ha ido mejorando y profesionalizando con el paso del tiempo».
«No importa quién esté en la Casa Rosada, porque son parte de un sistema mercenario», subraya Alconada Mon, al enumerar casos de corrupción en los gobiernos del peronista Carlos Menem (1989-1999), el radical Fernando de la Rúa (1999-2001) y el kirchnerismo.
El actual presidente, Mauricio Macri, también está bajo sospecha. «El financiamiento electoral es como el pecado original de la política. Tanto Macri como (los peronistas Sergio) Massa como (Daniel) Scioli recaudaron muchísimo más dinero que el que admitieron ante la Justicia electoral para las elecciones presidenciales de 2015 y pasaron la gorra para recaudar entre los empresarios, muchos de los cuales están hoy en los cuadernos de la corrupción», advierte el investigador.
El acuerdo para la condonación de la deuda que mantenía la empresa SOCMA de la familia Macri por la concesión entre 1997 y 2003 de la empresa postal estatal Correo argentino, es otro de los escándalos que salpica al mandatario.
«El Gobierno de Macri no está hundiendo el cuchillo para terminar con la corrupción y los empresarios que han obtenido contratos que deben ser anulados. Múltiples empresarios protagonistas de los cuadernos de la corrupción tienen contratos con el Estado que deben ser cancelados, según establece la ley», subraya Alconada Mon, que escribe en los diarios «La Nación» y «The New York Times».
La impunidad también alcanza a las compañías internacionales, incluso a las que confesaron ante la Justicia de otros países haber pagado sobornos en Argentina.
«El punto no es si hay corrupción, sino qué hacés con la corrupción, cómo lidiás con la corrupción. Es sintomático que Siemens, que reconoce que pagó sobornos en varios países alrededor del mundo, y en el caso de Argentina, ellos admiten que pagaron sobornos pero aún no fueron condenados. O empresas como Skanska, que reconoce que hizo ilícitos, que echó sus ejecutivos en Argentina y no pasa nada», enumera Alconada Mon.
El caso de la brasileña Odebrecht es emblemático, considera el investigador. La compañía admitió que pagó sobornos en doce países, incluida la Argentina, y hay condenados en Brasil, reconoce su culpabilidad en los Estados Unidos, le costó el cargo al ex presidente de Perú Pedro Pablo Kuczynski, entre otros altos funcionarios de la región.
«En Argentina aún no logramos que vengan los papeles (desde Brasil del caso Odebrecht) en un año y tres meses. Hay algo sintomático que no es solamente un sistema de corrupción sino un sistema de impunidad. Hay una docena de multinacionales que admiten que pagaron sobornos en la Argentina y no hay registro de condena», señala el periodista, ganador de varios premios internacionales, entre ellos el Moors Cabot de la Universidad de Columbia por sus investigaciones de corrupción en América Latina.
Para Alconada Mon, la presión social en demanda de Justicia puede ser determinante para cambiar la situación y «por ahí podría venir un principio de solución».
«Entrevisté al fiscal italiano del caso ‘Mani pulite’, al fiscal y al juez del caso brasileño ‘Lava jato’, y los tres por separado llegaron al mismo eje de que fue determinante la presión social. El fiscal italiano Antonio Di Pietro me dijo que cuando los italianos dijeron ‘basta, terminemos con la ‘Tangentopoli’, recién entonces esa investigación fue posible», concluye.
Por Cecilia Caminos (dpa)