Monaco, 12 mar (dpa) – Alberto II no es un príncipe de apariciones espectaculares. El jefe de Estado de Mónaco cumple en su país y en todo el mundo de forma más bien discreta con una infinidad de compromisos. El soberano quiere aprovechar su 60 cumpleaños, el próximo miércoles 14 de marzo, para promocionar una de sus mayores preocupaciones: la protección del medio ambiente.
El gran concierto que se ofrecerá en su honor en la catedral de Mónaco se realiza bajo el lema «Protege la Creación». Según el diario regional «Monaco Matin», actuarán cerca de 150 músicos y cantantes.
Alberto II, que lleva las riendas del pequeño principado desde hace doce años, ha conseguido deshacerse de la sombra de su padre Rainiero. Y se ha marcado objetivos claros. Intenta librar de la imagen de paraíso fiscal a su país, que desde siempre ha sido un paraíso de la jetset junto al Mediterráneo.
El soberano intenta mostrarse moderno y abierto. Ha comentado en alguna ocasión que puede imaginarse perfectamente jubilándose, es decir, no permaneciendo en el cargo hasta su muerte como suelen hacer los jefes de Estado que heredan el trono. Desde el punto de vista físico, dijo en una ocasión en una entrevista de televisión, los compromisos reales pueden ser en ocasiones agotadores.
Pero la modernidad también tiene sus límites. Por ello, en la televisión francesa se refieren al príncipe como «Monseigneur», según reza el protocolo de la nobleza.
Como hijo de la estrella de Hollywood Grace Kelly, Alberto sabe lo que significa ser el centro de la atención mediática. Estudió en Estados Unidos y desde fines de los 80 comenzó a involucrarse cada vez más en la administración del pequeño país. Tras la muerte de su padre en 2005, asumió la jefatura del Estado, cerró el capítulo de una más bien veleidosa vida privada y reconoció la paternidad de dos hijos que había tenido hasta entonces.
Cuando hace diez años sopló las velas de las 50 primaveras, el pueblo monegasco todavía esperaba de su regente una boda y su descendencia, una expectativa que cumplió. Hubo una ceremonia de ensueño con la princesa Charlène en 2011 y tres años más tarde nació el príncipe heredero Jacques y su hermana melliza Gabriela.
El hombre que durante lustros fue visto como un el eterno soltero, es ahora un cariñoso padre que reflexiona a menudo en público sobre cómo puede preparar a sus hijos para su futuro papel al frente del país.
Los mellizos tienen ahora tres años y cada vez que acuden a un acto con sus padres se convierten en los protagonistas. Recientemente se les pudo ver contemplando maravillados a sus padres Alberto y Charlène quemar una barca de madera, tal como reza la tradición, durante la fiesta de la Devota, la patrona de Mónaco.
El nacimiento de los mellizos ha cambiado su vida por completo, dijo Alberto recientemente en declaraciones al periodista francés Stéphane Bern.
No obstante, Alberto siempre ha sido un gran entusiasta del deporte, una pasión que le llevó a la conocer a la que es hoy su esposa, la nadadora profesional Charlène, originaria de Sudáfrica. En los recientes Juegos Olímpicos de Pyeongchang comentó en la televisión francesa la competición de bobsleigh, una disciplina en la que él representó a su país en cinco olimpiadas.
Por Sebastian Kunigkeit y Christian Böhmer (dpa)