Berlín (dpa) – Bastian Melcher se torturó durante casi ocho años con diversas «terapias» que pasaban por rezar, conversar o expulsar a los demonios que llevaba dentro. Quería deshacerse de los sentimientos homosexuales que vivía y que entendía como un error.
«Y eso tuvo como consecuencia final que cayese en una depresión. Me autolesioné y varias veces quise quitarme la vida», dijo este alemán que ya ha cumplido los 30.
Melcher se crió con unos padres muy religiosos en Bremen. «Y en ese entorno cristiano sencillamente estaba claro que sólo existe el hombre y la mujer y que Dios no quiere la homosexualidad».
Recuerda además la presión que sintió porque él quería formar parte de la parroquia. «Quería ser un buen cristiano», añadió. Es por ello que buscó hablar de lo que le sucedía con su padre espiritual, con otros pastores y se sometió a esas «terapias», relata. Al final acabó con problemas de salud mental.
Algo similar le pasó a Mike F., de la localidad alemana de Bad Homburg. Durante 20 años probó con diferentes «terapias». Este hombre, de 40 años, recuerda en concreto cuando contactó con una asociación de ayuda espiritual, que le ofreció «medidas terapéuticas» para combatir lo que sentía.
«Y me removió mucho. Estaba desbordado. Me distancié de las personas que me rodeaban, porque me hicieron saber que tenía que dejar a mis amigos homosexuales para que la terapia tuviera éxito», explicó.
Durante diez años se abstuvo de mantener relaciones y lo máximo que se permitía era estrechar la mano a alguien. «Eso me hizo sentirme muy solo y me destrozó psíquicamente. Me robó mucho tiempo de mi vida», relata ahora, sin esconder que tuvo pensamientos suicidas.
Estos son tan sólo dos casos de los miles que se estima que se dan al año.
No hay cifras concretas, pero «la dimensión de los intentos de conversión en Alemania es mucho más grande de lo que se cree», asegura Jörg Litwinschuh-Barthel de la Fundación Magnus Hirschfeld, la entidad estatal creada en 2011 en Berlín que lleva el nombre del médico e impulsor del primer movimiento homosexual en Alemania.
Y esos intentos se dan con la implicación del entorno familiar, así como con la intervención de «coaches» y terapeutas, pero también instando a la oración y recurriendo incluso al exorcismo.
La fundación Hirschfeld, por encargo del Ministerio de Salud alemán, estudió con detenimiento este tema con vistas a una posible prohibición de las «terapias».
A principios de junio se presentaron los resultados en Berlín y tanto expertos como investigadores han llegado a la conclusión que una prohibición de esos «intentos de conversión» no sólo es recomendable desde el punto de vista médico, sino también posible desde el punto de vista legal.
El ministro de Salud alemán, Jens Spahn, ya ha anunciado que antes de que acabe el año se pondrá en marcha el proyecto de ley correspondiente.
«Las conversiones causan problemas de salud, no curan», dijo el ministro. El Estado tiene que dar una señal contundente para proteger a los homosexuales de ser considerados enfermos, de la discriminación, estigmatización y el sufrimiento, añadió.
El ministro no encontrará trabas a sus planes, pues también los «Länder» alemanes se han pronunciado en la Cámara Alta del Parlamento alemán a favor de una prohibición y se espera asimismo que se apruebe la inicitiva sin problemas en la Cámara Baja.
«Es un escándalo que en año 2019 sigan existiendo en Alemania pseudoterapias con el objetivo de cambiar la orientación homosexual», asegura la portavoz de temas homosexuales en el partido Los Verdes, Ulle Schauws.
El Gobierno de coalición, integrado por conservadores y socialdemócratas, tiene que presentar sin demora un proyecto de ley, agrega la política ecologista.
De forma similar se manifiesta su colega en grupo parlamentario del Partido Liberal (FDP) Jens Brandenburg: «Lo que no es una enfermedad no se puede curar. Es bueno que finalmente se ponga en marcha una prohibición de estas denigrantes terapias de conversión».
La diputada socialdemócrata Hilde Mattheis estima que la medida contará con una amplia aprobación, «pues la mayoría de los diputados están de acuerdo con el objetivo de que ninguna persona más en el país tenga que sufrir medida de conversión alguna».
El ministro de Salud Spahn quiere abordar en este proyecto de ley varios puntos: un cambio en el derecho penal, para que, por ejemplo, se puedan imponer fuertes multas a los que ofrecen las «terapias de conversión».
Además, prevé medias disciplinarias para los médicos que «ofrezcan este tipo de tratamientos en contra del código ético de su profesión», así como medidas sociales, para que las aseguradoras no puedan costear este tipo de tratamientos.
No se descarta sin embargo que algunos terapeutas o médicos puedan pasar la factura de este servicio a la aseguradora pero falseando el diagnóstico. Spahn aboga sobre todo por el efecto esclarecedor que puede tener la prohibición. «Si uno sabe que está prohibido, entonces busca otra manera de afrontar la situación».
Mike F. y Bastian Melcher apoyan de forma activa el debate que se está viviendo en la sociedad alemana con este tema al hablar abiertamente de su experiencia con las pseudoterapias de conversión.
Desde el punto de vista personal han pasado página a ese capítulo de su vida. Ambos aseguran que viven felices con sus respectivas parejas y Mike incluso se casará en unas semanas.
Pero consideran «realmente importante» que desde la política se actúe, «porque hay muchas más terapias de este tipo de lo que la gente cree».
Por Jörg Ratzsch (dpa)
Foto: Wolfram Kastl/dpa