Con Putin, contra Putin o boicot: el dilema de las eleciones en Rusia

Moscú, 14 mar (dpa) – La brecha abierta en la familia de la joven Olga es una muestra de lo que ocurre en todo el país. El próximo domingo, más de 109 millones de rusos están llamados a votar en las elecciones presidenciales en las que para muchos sólo hay dos opciones: Vladimir Putin o el boicot.

Pero Olga, de 23 años, no quiere aceptar ese dilema: junto a un equipo liderado por el opositor Dmitri Gudkov, ha comenzado a motivar a la gente para que acuda a las urnas e incluso a reclutar a voluntarios como observadores electorales, topándose con la resistencia de su propia familia.

Porque su padre, su madre e incluso sus abuelos descartan, como muchos otros ciudadanos, acudir a las urnas. «Desperdiciar así los votos sólo beneficia al Kremlin», argumenta insistente la joven. Pero si uno pregunta en la capital Moscú, la respuesta es, con frecuencia, similar: nadie podrá cambiar que Putin sea reelegido, ni siquiera los propios electores.

No se esperan sorpresas el domingo: las encuestas de organismos estatales le otorgan una estimación de voto constante de entorno al 70 por ciento. Ninguno de sus siete contrincantes le hace sombra, ni de lejos, todos ellos con estimaciones de voto por debajo del diez por ciento.

El presidente habla de unas elecciones clave para el destino del país, en las que su reelección se da por hecho: nadie duda de que al menos hasta 2024, Putin seguirá al frente de Rusia.

Sin embargo, existe un escenario negativo posible para la cúpula estatal el domingo: una participación por debajo del 70 por ciento al que aspira el Kremlin.

«Precisamente eso sería una pesadilla», asegura el columnista ruso Kosntantin von Eggert, porque podría desenmascarar el mito del apoyo triunfal a Putin. Por ese motivo, el Gobierno ruso hará todo lo posible para guardar las apariencias de una gran victoria con una alta participación.

Ese es el objetivo de la propaganda electoral con la que la Comisión Electoral colma a los rusos desde hace semanas. En casi cada esquina, por SMS e incluso con pancartas delante de la sauna, los rusos son llamados a votar el 18 de marzo.

En Internet circulan también videos absurdos. En uno de ellos un hombre dice querer renunciar a su derecho a voto y se despierta al día siguiente en un mundo sin Putin. La consecuencia: tiene que convivir con un compañero de piso homosexual y en la puerta de casa le espera un policía negro. En ese momento, el héroe despierta de su pesadilla y corre a votar.

En el debate sobre si votar o no entran en juego varios factores: cansancio político y desconfianza contra la autoridad, pero también existe la opción de un boicot consciente de los comicios.

Por esa opción aboga el crítico del Kremlin Alexei Navalny, cuya candidatura fue prohibida debido a un controvertido antecedente penal. «Todo el que vaya a votar estará votando por las mentiras y por la corrupción», señala en un video. Incluso el voto por uno de los candidatos alternativos es un voto para el Kremlin.

¿Tiene razón Navalny?

La abstención electoral favorece matemáticamente a Putin, coinciden los expertos. Sólo un voto contra Putin reduciría la impresión de una victoria arrolladora del jefe del Kremlin y mostraría insatisfacción con la cúpula estatal. Para ello habría que votar por otro candidato o depositar un voto inválido, para que esos votos se cuenten pero no beneficien a Putin.

Una participación elevada también podría fortalecer a la oposición, señala el político moscovita liberal Dmitri Gudkov. Porque quien quede en segundo o tercer lugar podría ver aumentar su peso político, especialmente en el caso de Xenia Sobchak o el candidato comunista Pavel Grudinin.

«Se trata de unir a la oposición e impulsar el debate de cara al futuro», señala Gudkov, que en pocas semanas ha reclutado a miles de observadores electorales en Moscú, según sus datos.

Otras organizaciones envían a sus trabajadores en todo el país a vigilar el transcurso de los comicios para evitar la votación múltiple, la compra o la falsificación de votos.

«Si Putin es reelegido, queremos garantizar que ocurra de una forma justa», señala el antiguo diputado de la Duma que quiere ser candidato a las elecciones a la alcaldía de Moscú en otoño (boreal).

Gudkov persigue sin embargo objetivos mayores con su proyecto: quiere reducir el desencanto político de los rusos, que en su opinión se debe en gran parte a la falta de caras nuevas. «Desde hace años se ven los mismos rostros y no hay jóvenes o ideas dinámicas», dijo a dpa en Moscú. «Ni un solo político en Moscú se dirige a todas las generaciones.

Sin embargo, esto podría estar cambiando. «Muchos están convencidos de que de alguna manera pueden influir en las elecciones, sino pueden hacerlo con el acto de votar». E incluso en estas presidenciales ya se ha visto que «la gente empieza a debatir si acudir o no a las urnas».

Por Claudia Thaler (dpa)