Algunas noticias recientes mencionaban la posibilidad de uso recreativo del Monumento Natural de la Ensenada de Llodero para el baño y tomar el Sol, e incluso como alternativa a la masificación de las playas de la zona central asturiana.
Desde el Grupu d’Ornitoloxía MAVEA consideramos que ese tipo de información es desafortunada, por poder suponer problemas sanitarios para la población y por defender usos de este espacio natural protegido desaconsejables para su debido mantenimiento.
Bañarse en la ría sigue siendo peligroso, y aunque mucha gente desconozca los múltiples contaminantes presentes en el agua, es de sentido común buscar playas excelentes a pocos kilómetros, en vez de arriesgarse a problemas potencialmente desconocidos pero evidentes.
La Autoridad Portuaria no se atreve a prohibir directamente el baño, pero sabe que no es una zona adecuada para ello, y por eso puso el cartel de zona no recomendada para el baño. La Consejería correspondiente no prohíbe aquí el baño precisamente porque las playas de la ría avilesina no están tipificadas como playas para el baño, sino como zona industrial. Por tanto la lógica indica que no es ésta una zona ni apta ni mucho menos recomendable.
Bañarse en aguas contaminadas durante décadas por todo tipo de detritos y químicos nunca puede ser una alternativa a las numerosas y excelentes playas asturianas.
Por otra parte, hace 15 años se declaró la Ensenada de Llodero como Monumento Natural. La finalidad de esta declaración es “la conservación y recuperación de los ecosistemas amenazados prestando especial atención en la conservación de las características naturales que permiten que la zona mantenga una alta capacidad de acogida para las aves durante los procesos migratorios”.
Entre los usos no autorizables están “las acciones deletéreas o dañosas para la gea, la flora y la fauna, la pesca con caña y el tránsito con perros sueltos”. Y estas tres actividades ocurren casi a diario en el Monumento.
– Actividades dañinas para la flora y la fauna: demasiadas personas se ponen a tomar el sol sobre la duna de San Balandrán, lo que conlleva un insistente pisoteo de la vegetación e incluso el arranque de la misma, llegando a desaparecer del enclave, como ocurrió con la especie protegida Reichardia gaditana. Sobre la fauna hay que recordar que son aves que llegan cansadas tras volar miles de kilómetros, por lo que una molestia les puede ser fatal. Cada vez que un paseante espanta a las aves les está restando energías vitales.
– Pesca con caña: los pescadores ocupan con frecuencia el pedrero de La Llera, en muchas ocasiones con nocturnidad y alevosía. Esto resta lugar de descanso a las aves, aparte de los problemas derivados del enganche de las aves en los sedales y anzuelos que dejan tirados los pescadores.
– Perros sueltos: estos animales tiene el instinto de correr detrás de la fauna, por lo que sus molestias tienen un efecto aún mayor que el de sus dueños.
No está prohibido bañarse, tomar el sol ni pasear, pero todo ello conlleva una serie de problemas: estas actividades ocupan el escaso hábitat disponible para las aves durante las pleamares, bañarse en la ría conlleva un grave ejercicio de irresponsabilidad sanitaria y la ocupación del espacio dunar pone en grave peligro la pervivencia de plantas protegidas e incluso del propio hábitat. Los paseos deben ser por las pasarelas y las aceras, no entrando en las dunas ni en la playa de Zeluán.
Llevamos esperando mucho tiempo por la instalación de carteles que informen y aclaren la regulación de usos los usos, pero la Dirección de Recursos Naturales va dilatando el tiempo.
Por lo tanto urge regular el acceso a la Ensenada de Llodero. Una aproximación empática y responsable sería no entrar en la Ensenada durante las pleamares, y desde luego es de sentido común no fomentar actividades que ponen en peligro la salud de la población cuando existen alternativas mucho mejores a escasísima distancia.
COMUNICADO REMITIDO POR : Grupu d’Ornitoloxía MAVEA