Ferreries (Menorca), 16 oct (EFE).- El fallecimiento del empresario e industrial del calzado Jaime Mascaró Pons, a los 74 años, ha provocado una gran consternación en su isla natal y numerosas muestras de reconocimiento a su trayectoria como fabricante y emprendedor.
El presidente del Govern balear, José Ramón Bauzá; el presidente del Consell de Menorca, Santiago Tadeo; y el alcalde de Ferreries, Manuel Monerris, han efectuado declaraciones en las que han destacado la capacidad de trabajo, innovación y el liderazgo del emprendedor.
Jaime Mascaró nació el 18 de Noviembre de 1939 en Ferreries, población de Menorca con una larga tradición en la fabricación artesanal de zapatillas de ballet.
A temprana edad comenzó a trabajar con su padre, Pedro Mascaró, en el pequeño taller de bailarinas de ballet y se convirtió en un experto de este tipo de diseños.
«Son años de juventud y mucho trabajo, por las mañanas ejercía como electricista de Ferreries -todavía gran parte de la instalación eléctrica del pueblo es mía- y por las tardes acudía al taller junto a mi padre a montar bailarinas de danza para vender en la isla», declaró en alguna ocasión.
Pero muy pronto comenzó a demostrar su auténtico carácter y vocación, y con apenas veinte años y una pequeña colección de modelos de ballet en la maleta, el joven Jaime Mascaró zarpó rumbo a Barcelona con una idea fija en la mente: abrir las puertas del pequeño taller familiar al gran mercado de la Península.
Un viaje difícil pero constructivo que sentaría las bases del destino de la familia.
En su primer viaje comercial comprendió que, a parte del mercado de la danza, existía una enorme potencial en el sector del calzado de niñas, y que «poniéndole un piso más duro y un pequeño tacón a las zapatillas de ballet se transformaban en un bonito zapato de calle o en lo que hoy llamamos bailarinas, francesitas o manoletinas».
El primer gran salto fue la fabricación de «bailarinas» para niñas y su venta en Barcelona, pero muy pronto Jaime Mascaró da un paso más cuando las madres de las niñas empiezan a pedirle los mismos diseños en tallas para ellas. Este es el germen de su «primera colección de mujer».
En los años 60, Mascaró transformó el taller artesanal en una fábrica de calzado e inició el proceso de expansión por toda España: en los 70 se anticipó a su tiempo y contrató a un diseñador italiano como director creativo de la firma.
Durante la década de los 80 inauguró la actual fábrica, en el Polígono Industrial de Ferreries, con la última tecnología del momento, y se convirtió en uno de los primeros empresarios zapateros en lanzarse a la apertura de tiendas propias en España.
En los 90 empieza la expansión internacional, con la apertura de la primera tienda en París, y comienza a organizar la transición con la entrada en la empresa de sus dos hijas, Lina y Ursula Mascaró.
La tercera generación muy pronto demostraría su valía al situarse al frente del proyecto expandiéndose a nuevos mercados internacionales y ampliando la red de tiendas propias.
Ha lanzado nuevas marcas como Ursula Mascaró, Pretty Ballerinas y Pretty Loafers, con las que han conseguido conquistar a las principales celebridades internacionales y estar presentes en los cinco continentes a través de sus 98 tiendas propias y su extensa red de tiendas multimarca.
