Elecciones en Siria, ¿un día histórico o una farsa?

asad(dpa) – Unas elecciones presidenciales y dos mundos: mientras en Damasco los seguidores de Bashar al Assad celebran una «fiesta de la democracia», muchos exiliados en la frontera sirio-libanesa tienen cada vez menos esperanzas de poder volver a sus hogares.

En uno de esos lugares fronterizos, unos 57 kilómetros al oeste de la capital siria, Damasco, los exiliados observan con frustración lo que ocurre en su país.

«El régimen está loco, celebrando unas elecciones presidenciales manchadas por la sangre del pueblo sirio», dice Um Ahmad, que perdió a sus dos hijos en los combates contra el gobierno de Al Assad.

La guerra civil siria obligó a Ahmad a huir al vecino Líbano. Ella forma parte de los muchos sirios que no podrán participar en las elecciones de su país, bien porque están en el exilio o porque viven en zonas controladas por los rebeldes.

Mientras, en Damasco los seguidores de Al Assad festejaban hoy un «día histórico» y la «fiesta de la democracia», como se les escuchaba gritar en las imágenes retransmitidas por los medios estatales. Entre esos gritos de júbilo acudió a votar Al Assad junto a su esposa Asma en un local electoral del barrio de Al Malki.

El gobierno quiere dar a estos comicios una apariencia democrática. Por ello, por primera vez se permitió que concurrieran a las urnas otros dos candidatos: el diputado comunista Maher al Hayar y el ex ministro de Estado Hassan al Nuri. Ambos son figuras poco conocidas a quienes no se otorga ninguna perspectiva de triunfo, por lo que la oposición considera que los comicios son una «farsa». Los opositores más destacados están excluidos de facto porque la mayoría participa en la lucha contra el régimen o vive en el exilio.

Aun así, los otros dos candidatos permitidos han mostrado ser contendientes serios. Pocos días antes de las elecciones, el empresario Al Nuri afirmaba a dpa que quería lograr una política económica mejor para luchar contra la pobreza. Y se describía como un «representante de la minoría silenciosa». Por su parte, el comunista Al Hayar, de 46 años, apostaba por estrechar las relaciones económicas con Rusia e Irán. «Mientras que Estados Unidos envía espías a Siria, Rusia nos manda científicos», afirmaba.

Ante el miedo a que se produzcan atentados, las elecciones se están celebrando bajo estrictas medidas de seguridad, pues el régimen no quiere titulares negativos.

Pero en los bastiones rebeldes continúa la guerra. El lunes, un día antes de los comicios, murieron 198 personas en todo el país, según datos del Observatorio Sirio para los Derechos Humanos. Muchos de ellos perdieron la vida en ataques aéreos del Ejército de Al Assad. Y las luchas entre los yihadistas y otros grupos rebeldes no hacen sino agravar la situación de la población civil. Según las estimaciones, desde el inicio del levantamiento contra Al Assad en 2011 han muerto más de 160.000 personas.

En estos comicios sólo se votará en las zonas controladas por el régimen: Damasco y la región costera, sobre todo las grandes ciudades. Pero apenas podrán celebrarse en las elecciones en las provincias del noreste, dominadas por la oposición.

En la frontera libanesa vive también la siria Hana al Saleh, que cada vez tiene menos esperanzas en poder volver a su hogar. «Había soñado con estas elecciones», explica. Pero «eran elecciones para una Siria nueva y democrática, no esta farsa, orquestada por un régimen tirano para la reelección de un asesino».

Por Weedah Hamzah y Mey Dudin