(dpa) – El aire de Tailandia huele hasta el cielo, y esto es literal: partes del reino se encuentran desde hace semanas bajo una campana sombría de esmog venenoso. Los desencadenantes de este fenómeno son bien conocidos: la tala y la quema.
Pero este año, la situación es tan grave que también ocupa titulares internacionales. El norte está especialmente afectado, incluyendo el bastión turístico de Chiang Mai, el paraíso de los mochileros Pai y Chiang Rai, cerca del Triángulo de Oro. Pero incluso la palpitante capital, Bangkok, registra niveles de partículas que dañan la salud con cada respiración.
No es una buena noticia para el importante sector turístico, que había vuelto a repuntar tras la pandemia de coronavirus. «Viaje a la Tailandia tóxica», bromeaba hace poco el diario «South China Morning Post». Al parecer, «el país de la sonrisa» se convirtió en «el país de las muecas».
La ciudad de Chiang Mai, famosa por sus templos y conocida como «rosa del norte», una de las más bellas del país, es actualmente una de las ciudades con mayor índice de contaminación del mundo, alcanzando incluso día tras día el puesto número 1.
Los valores de las partículas finas son a veces resaltados en rojo («no saludable»), que son las mejores horas. La mayoría de las veces, los valores se marcan en lila o incluso en marrón. Esto significa: «extremadamente insalubre» o incluso «peligroso». El gobernador provincial ya hizo un llamamiento a la población para que trabaje en sus casas «y lleve mascarillas protectoras en caso de que tenga que salir de casa».
Un alemán que se encuentra vacacionando en Chiang Mai dijo hace poco: «Hay tanto esmog que a la mañana no puedo ver siquiera la montaña que tengo delante de mi ventana».
El video de un viaje en auto por la provincia de Chiang Rai que subió a las redes sociales un reportero del canal tailandés ThaiPBS parece un viaje por la «highway to hell» (carretera al infierno). Debajo escribió: «Un infierno de polvo y humo». Para tranquilidad de todos quienes planean un viaje a Tailandia: en las islas más al sur, como Ko Samui o Ko Chang, el aire es bastante bueno.
Desde hace varios años, todos los ciudadanos que pueden permitírselo viajan cuando empieza el año del norte a las regiones con mejor aire, en el sur. Y es que a fines del periodo seco, entre enero y abril, los agricultores organizan quemas en sus campos de caña de azúcar y arroz el la región alrededor de Chiang Mai.
Pero esto no sucede solo en Tailandia, sino también en países vecinos como Myanmar, Laos y Camboya. A veces, el humo llega hasta Bangkok. En marzo, muchas personas se quejaron de que les picaba la garganta y les lagrimeaban los ojos.
A esto se suman, este año, los incendios forestales. Dado que no llueve y hay poco viento, la capa de partículas parece suspendida en el aire, inamovible y amenazante. «Creo que ahora tenemos estas cuatro estaciones: verano, invierno, temporada de lluvias y esmog», dice el taxista Pat de Chiang Mai a medios locales.
Sin embargo, en torno a las importantes vacaciones de Songkran, en abril, en general los valores volvían a la normalidad. Que ese no sea el caso este año es algo difícil de digerir para los hoteleros y operadores turísticos.
A principios de marzo ya se registró un descenso del 50 por ciento en las reservas, según cita el sitio de noticias «The Thaiger» al propietario del operador turístico Chiang Mai Tee Tours. «Creo que los turistas son cada vez más conscientes de la contaminación», añade.
Yuthasak Supasorn, gobernador de la Autoridad de Turismo de Tailandia (TAT), declaró recientemente que es probable que la nube tóxica cause un perjuicio económico de 2.000 millones de baht tailandeses (unos 50 millones de euros ó 54,7 millones de dólares) al turismo en Chiang Mai, Chiang Rai y otros lugares populares de la región. Pero no solo el sector turístico sufre. También lo hace la salud.
De acuerdo con Rangsarit Kanchanawanit, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chiang Mai, la contaminación aumenta el riesgo de cáncer de pulmón, enfermedades del corazón y accidentes cerebrovasculares, y acorta la esperanza de vida entre cuatro y cinco años.
Por ello, 1.700 ciudadanos de Chiang Mai ya presentaron una demanda colectiva. Acusan al primer ministro Prayut Chan-o-cha y a dos autoridades de no hacer lo suficiente contra la tala y la quema y de no aplicar con coherencia las directrices y normas vigentes.
«Queremos que el gobierno modifique su política, demuestre una fuerte voluntad política y no tenga solo en cuenta a los grupos capitalistas», explica Kanchanawanit. «Eso puede evitarle enfermedades a millones de personas», señala.
Uno de los que quiere viajar de todas formas a Chiang Mai es el renombrado bloguero sobre Tailandia Richard Barrow. Antes de salir subió una foto de su equipaje a Twitter: un purificador de aire portátil e innumerables mascarillas.
Poco antes anunció: «Voy a Chiang Mai en tren para las vacaciones de Songkran. Pero si la calidad del aire sigue siendo ‘peligrosa’, supongo que tomaré el primer tren de regreso». Añadió que era sorprendente que las autoridades aún no hubieran declarado el estado de emergencia ante esta situación.
Por Carola Frentzen (dpa)