Seduciendo a millones de turistas año tras año, la isla de Cuba es un paraíso que todos hemos querido visitar al menos una vez en la vida. Con una gran variedad de lugares poco turísticos aún por descubrir, un viaje dónde aprender que la cámara no lo es todo. Y, más allá de eso, una isla que guarda una histórica conexión con Asturias.
Más allá de la fotografía de postal
Para muchos, viajar es la capacidad de zambullirse no sólo en el exotismo de un paisaje atípico respecto nuestro lugar de nacimiento. Sino también de inmergir en una cultura increíblemente distinta a la nuestra, pero que, sin embargo, goza de tanta humanidad como de lazos con la nuestra. Sea cual sea el caso, durante el transcurso de un viaje aquello a lo que llamamos nuestra identidad se encuentra de repente ante la maravillosa mutabilidad del ser humano. Una criatura que, pese a las divergencias lingüísticas, folklóricas e incluso socioeconómicas, conecta con sus semejantes de un modo en el que sólo países como Cubason capaces de llevar a cabo.
Situada en el Caribe, la candente isla de Cuba es un verdadero imán de turistas. De hecho, en su punto más álgido de visitas, la isla recibió más de 4’6 millones de turistas internacionales en 2018. Si bien algunos desdeñarán esta cifra en comparación con otros países de mayor envergadura turística, esto obedece al requerimiento de un visado para entrar a Cuba —un documento imprescindible para este y otros destinos cuya solicitud puede agilizarse mediante páginas como Visaturismo.es. Añadiendo a ello, lamentablemente, que pocos saben que un viaje a Cuba no sólo se zanja en la famosa Habana. Sino que esconde una magia que el turista común no capta, quizá, demasiado acostumbrado a la imagen de marquesina más que en la belleza pura.
Lejos del enjambre turístico, la virgen libertad
Sin lugar a dudas, el crisol arquitectónico que converge en Cuba, especialmente en puntos de interés como el centro histórico de la Habana Vieja, suele ser uno de los puntos fuertes para los turistas. Del mismo modo, las paradisíacas playas de Varadero suelen enjambrar miles de visitantes que, desgraciadamente, acaban por emborronar la expectativa de un paraje creídamente virgen. Eso sí, lugares de una asombrosa belleza viva y que, como sucede con el mundo submarino de los Jardines de la Reina, nos dejará tan boquiabiertos como deseosos de más adrenalina visual y sensorial. Pero, ¿y si optamos por algunos lugares menos concurridos?
En contraposición a la masificada Habana, Cuba esconde otros hermosos pueblos no tan repletos de turistas como lo son Trinidad —declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO—, Camagüey u Holguín. Si bien decir que su presencia no consta en el mapa del turista sería un disparate, sí se trata de lugares de gran interés para poder acceder a la cultura cubana desde otro prisma. Asimismo, y si nuestra intención es la de alejarnos del bullicio y acudir a la naturaleza y su aislada libertad, siempre podemos optar por destinos como la península de Guanahacabibes. Una Reserva de la Biosfera donde flora y fauna conviven con pinturas precolombinas para nuestro disfrute.
Abordando otro flanco, a menudo el lugar dentro del país de destino no es del todo un impedimento para vivir su verdadera atmósfera. Por ello, opciones como pasar del hotel y apostar por alojarse en morada autóctona suele ser un interesante ejercicio de aprendizaje humano. A raíz de dicha experiencia podremos aprender y entender mejor de la idiosincrasia cubana y sus costumbres o —si el milagro de la unión humana se alcanza— quizá descubrir lugares que ningún turista ha pisado jamás. Al fin y al cabo, la parte más memorable de un viaje es lo que no se puede fotografiar. Y Cuba, si se profundiza bien en su esencia, entiende mucho de esa intangibilidad.
¿Por qué un asturiano en Cuba?
Como guinda del pastel, existen diversos municipios asturianos hermanados con Cuba. Según el Listado de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP), encontrando Corvera de Asturias y Grados hermanados con la ciudad cubana de Arroyo Naranjo, Avilés con Cárdenas, Gijón con La Habana y Langreo con el distrito 10 de octubre de Ciudad de La Habana. Así que si alguien se pregunta qué hace un asturiano en Cuba, no hay más que recurrir sus lazos históricos con Asturias durante la era colonial. Cuando miles de asturianos viajaron a la isla entre los siglos XIX y XX para hacer fortuna en la que fuera la mayor colonia del mundo fuera del Principado.
De hecho, según algunos de los censos más fiables, se estima que habrían residido casi 68.000 asturianos en Cuba en 1933, viviendo especialmente del comercio tocando los sectores de la siderurgia, el azúcar, el tabaco, la minería o el textil. De hecho la marca de puros habanos Romeo y Julieta fue fundada por dos asturianos, Manín García e Inocencio Álvarez, siendo una de las firmas preferidas nada más y nada menos que de Winston Churchill. Así que si no es el entorno paradisíaco y la vibrante vida del pueblo cubano lo que nos atraen a Cuba, posiblemente sea la hermandad cubano-asturiana la que nos impulse a visitar por la mayor isla de las Antillas.