(dpa) – Los nombres de las localidades pueden generar confusión. Pero algunos son muy buenos, como Glen Affric. Si se camina por este valle, que algunos consideran el más bello de Escocia, se piensa de inmediato: claro, el valle africano.
Las colinas se ondulan cono en la sabana del Serengeti. Los pinos de Caledonia con sus ramas extendidas imitan las acacias de copa plana. En el medio, un lago alargado rodeado de empinadas laderas de montañas: la versión en miniatura del Gran Valle del Rift.
De hecho, el nombre gaélico de Glen Affric significa «valle moteado». Y le va bien. Porque si se mira con atención, las montañas anchas están recubiertas por manchones marrones y verdes, ya que el musgo va cambiando del verde lima al naranja o al rojo sangre, y la retama al costado de los caminos brinda destellos de color amarillo.
Más turistas gracias a un largo sendero
A pesar de estas atracciones, la mayoría de las personas que viajan a Escocia nunca escucharon hablar de Glen Affric. «Nuestra zona sigue siendo pasada por alto», dice el guía Rule Anderson. «Muchos simplemente siguen de largo», añade.
Justo al lado hay destinos mundialmente famosos, como el Lago Ness y el castillo Eilean Donan, conocido por películas como «Highlander» y «James Bond».
De acuerdo con Anderson, aquí tampoco hay cumbres que atraigan a los montañistas. En todo caso, hay que conocerlas. De los 282 munros, como llaman los escoceses a sus montañas de más de 3.000 pies de altura (914,4 metros), ya subió a 180.
A falta de cumbres famosas, la comunidad de Cannich apuesta a la entrada al valle a un concepto que está actualmente de moda en toda Europa: creó un sendero largo para caminar. El Affric Kintail Way está marcado por varias guías de madera colocadas desde 2015 a lo largo del camino pedregoso de las orillas sur de los dos lagos.
«Estos carteles fueron muy discutidos», dice Anderson. «La mayoría de los senderistas locales estaban en contra», asegura. Querían mantener las montañas lo más libres posible de gente. Muchos rechazan incluso la idea de marcar el camino con un poco de pintura o montículos de piedras.
Finalmente se impuso la comunidad, que quería atraer a más senderistas extranjeros. El tiempo les dio la razón: el número de senderistas en el valle aumentó fuertemente. «En la isla Skye hay de todas formas diez veces más gente», afirma Anderson.
Una excursión a las espectaculares cascadas de agua
El Affric Kintail Way transcurre unos 71 kilómetros a través de las colinas, desde Drumnadrochit en Lago Ness hasta Morvich en el Lago Duich.
La primera etapa hasta Cannich es evitable: transcurre a lo largo de kilómetros por una calle de brea. Pronto se creará un sendero más natural para caminar, alejado del tránsito vehicular. Por eso mismo, por ahora es mejor viajar en un coche de alquiler hasta Cannich.
Antes de iniciar la caminata también se puede hacer un desvío hacia las bellas cascadas Plodda Falls. Un corto sendero por el bosque lleva a una escalera de cascadas rodeadas de abedules y abetos, musgos y helechos.
Desde una plataforma de madera ubicada unos pasos más allá se puede ver la cascada cayendo a lo largo de un peñasco. Desde lo alto se puede observar el agua espumante que se une con una segunda cascada.
Otra ventaja de este desvío es que se pasa por el precioso pueblo de Tomich. La mitad de las casas de piedra, protegidas como monumentos históricos, son hoy en día casas de alquiler para turistas, perfectamente acondicionadas. El castillo en las afueras del pueblo, en cambio, necesita una urgente refacción.
Un paisaje salvaje transformado por el hombre
Pero volvamos a Cannich. Después de viajar un par de kilómetros por una antigua plantación de abetos de Douglas y abetos de Sitka, aparece otro atractivo: el camino circular alrededor de las cascadas Dog Falls.
Las cascadas de la quebrada son mucho menos impactantes que en Plodda Falls, pero el camino conduce por jacintos de los bosques y genistas en flor hacia un hermoso mirador.
A partir de allí, se camina a lo largo del Lago Beinn a’ Mheadhoin. El paisaje parece casi de bosque salvaje canadiense, con playas de grava e islotes boscosos, salvo que se ve una central hidroeléctrica al borde del camino. En el lago hay de hecho bastante agua estancada, al igual que en el Lago Affric, aunque este ya era un lago antes.
Quien vio películas como «Braveheart» cree que las montañas de Escocia son naturalmente lúgubres y desoladas. Los romanos bautizaron estas tierras Caledonia: alturas boscosas. Cuando llegaron sus legiones, las amplias colinas estaban recubiertas por una selva de robles, alisos, abedules y pinos.
Durante siglos de sobreexplotación, las personas fueron talando el bosque. Plantaron campos, construyeron barcos, quemaron la madera en altos hornos.
Los rebaños de ovejas se comían los brotes de los árboles jóvenes hasta que sólo quedaban algunos arbustos. El viejo bosque se mantuvo sólo en zonas pequeñas. Quizá el más hermoso sea el de Glen Affric.
Un bosque amenazado
Justo al lado del camino crecen los pinos de Caledonia. Su corteza es gris y escamosa, sus ramas rojizas se enroscan como si fueran cientos de serpientes. Estos árboles típicos de los Highlands se volvieron poco frecuentes.
Los agricultores forestales prefieren plantar abetos, que crecen más rápido. Los ciervos, sin enemigos naturales, se convirtieron en plaga y se comen lo que dejaron las ovejas.
Para que el bosque de Caledonia pueda recuperarse, la mayoría de los pinos que quedaron en pie están cercados. Además, en esta reserva natural se plantan árboles hace 25 años. Los cuadrados verde claro de los abedules jóvenes se erigen en las pendientes amarronadas que parecen la espalda de un enorme lagarto.
Inmerso en la contemplación de tanta belleza, se va avanzando por el sendero. En el camino es posible toparse con algunas parejas jóvenes o jubilados con sus perros. A partir del lado oeste del lago, el camino suele ser más bien solitario.
El sendero se vuelve más angosto y hay que saltar cada vez más sobre charcos o partes inundadas. En el cielo se forman por momentos torres de nubes. El plácido paseo se transforma en una caminata enérgica y finalmente en un trote. Cuando se alcanza al fin la salvación, el «Alltbeithe Youth Hostel», comienza a llover con fuerza.
Comodidad escocesa
En el comedor y en al cuarto contiguo están ocupadas todas las mesas, en el hogar hay un fuego encendido. Graham Cormie sonríe como si uno fuera el huésped de honor que estaba esperando. Esta recibiendo a los huéspedes por una semana.
Asegura que es una pena, ya que la verdadera anfitriona, Hannah, hace unos scones fantásticos. «Yo todavía no hice un curso de repostería», confiesa.
Cormie lo compensa con su buen humor. Pasea al huésped por la casa, explica que la luz de las lámparas es generada por paneles solares y el molino eólico que se encuentra detrás de la casa, y que esta es calefaccionada a carbón y madera. Además, por supuesto, añade que hay una ducha caliente.
Tanto lujo en el que probablemente sea el hostel más apartado de Escocia sorprende. «Ya no quedan muchos hostels que sean tan originales», dice Cormie.
Añade que los conoce a todos y suele dar una mano allí donde hace falta alguien que reciba a los huéspedes. Cuando se le pregunta si esta es su cabaña favorita, dice: «No lo puedo decir».
Un buen punto de partida para los observadores de pájaros
Muchos huéspedes llegan hasta aquí para escalar los munros. Cerca de la cabaña se alzan nueve de estas montañas. Sólo llegan hasta allí los senderistas que se animan a ir lejos.
También lo hacen observadores de pájaros como los cuatro señores mayores en la mesa contigua que cuentan que vieron hoy tres águilas reales con sus binoculares.
Nadie parece echar de menos la falta de señal de móvil durante la conversación nocturna: cuando la lluvia cede, tres ciervos pasan trotando y pastan tranquilos cerca de una roca delante de la cabaña. Al parecer, saben que aquí ya no deben temer a ningún cazador.
La noche en el cuarto es increíblemente tranquila, por la mañana brilla el sol. El arroyo centellea como si fuera de plata líquida, un viento suave mece las puntas doradas del pasto. Hay gorjeos por todo lados, y en algún lugar a lo alto, un cuco canta sin pausa.
El gran final
Al otro día, se camina con mucha más calma que la noche anterior por el amplio valle. Y se decide doblar delante del Strawberry Cottage a la izquierda, en dirección a la ruta norte alrededor del Lago Affric.
El camino acá es más angosto y menos comfortable que el camino que va por la orilla sur. El sendero entre el lago y las cumbres lleva a un brezal abierto, luego por el medio de un bosque de pinos. Delante de las montañas caen cascadas y una y otra vez hay que ir saltando sobre pequeños arroyos o balancearse sobre las piedras que se encuentran en el agua.
«Después de lluvias muy fuertes, tuvimos que ayudarle a la gente a cruzar los arroyos», dice Anderson. A veces el sendero se volvía intransitable. Por suerte no hoy. Y es que, de todas las vistas sobre el Lago Affric y su valle, esta es la más sublime.
Información adicional sobre Glen Affric
Temporada: Mayo y junio así como septiembre y octubre son considerados los mejores meses para pasear por Escocia. En pleno verano llueve mucho, y los enjambres de moscas negras pueden volver los Highlands un suplicio.
Llegada: Conviene viajar hasta el aeropuerto de Inverness, en la costa norte de Escocia. Desde allí se puede tomar el autobús 11 hacia la estación de autobuses de Inverness y tomar el autobús 17 hacia Cannich.
Albergue: El «Alltbeithe Youth Hostel» cuenta con 24 camas y está abierto entre Pascuas y septiembre. Para mayo y junio conviene reservar al menos un mes antes online (www.hostellingscotland.org.uk). En Cannich también hay pensiones con desayuno.
Informaciones: Visit Scotland, 249 High Street,Edinburgh (Tel.: +44 131 473 3868, E-Mail: info@visitscotland.com, www.visitscotland.com).
Por Florian Sanktjohanser (dpa)