(dpa) – Por la noche, la mujer se escabulló a escondidas con una pala en la mano hacia la pradera en las afueras del pueblo. A su gato Benni le gustaba tomar sol allí y atrapar algunos ratones. Benni murió y su dueña quiere ahora enterrarlo en su amado prado, ya que no cuenta con jardín propio. Pero eso no está permitido, al menos no en Alemania.
«Fuera de la propiedad personal de cada uno, eso está prohibido de acuerdo con la ley de eliminación de animales muertos, así también en bosques y campos», dice Martin Struck, presidente de la Asociación Alemana de Servicios Fúnebres para Animales en Dortmund. Si alguien es atrapado infringiendo esta ley, puede recibir una multa de hasta 15.000 euros (unos 16.300 dólares).
El propietario tiene al menos cuatro posibilidades legales de resolver el destino de su mascota muerta. Puede llevarla a una planta de procesamiento de productos o restos de origen animal, incinerarla en un crematorio de animales, rellenarla con un taxidermista o enterrarla. Quien encuentre un animal muerto desconocido, debe tomar el teléfono y reportar el descubrimiento a la oficina de orden público. La autoridad lo llevará a la planta de reciclaje de subproductos de origen animal.
Los animales pequeños pueden ir al cubo de la basura
En el caso de un animal pequeño, también existe otra variante: se puede colocar en el contenedor de residuos, pero nunca en el contenedor de residuos orgánicos. «Entre los animales pequeños cuentan, por ejemplo, los pájaros y los hámsteres», explica el abogado Andreas Ackenheil, especializado en derechos de los animales.
Otras excepciones son las mascotas de muy gran tamaño. En ese caso no es ilegal sepultarlos en el jardín propio, aunque no hay precisiones exactas sobre su tamaño y peso. «Grandes perros, como el gran danés, están en el límite», señala el experto. Así, desde el hamster hasta el dogo pueden ser enterrados en el jardín de la casa, siempre y cuando ésta no sea alquilada sino propiedad del dueño de las mascotas.
La tumba de la mascota debe tener 50 centímetros de profundidad
Según la ley, la tumba para la mascota debe estar al menos uno o dos metros separada del límite de la propiedad y debe tener al menos 50 centímetros de profundidad. Cuanto más profunda sea, mejor, porque evitará que los restos de la mascota sean desentarradas por otros animales. Los ajuares funerarios están prohibdos. El animal debe ser envuelto en un material que no dañe el medio ambiente, por ejemplo mantas de lana, periódicos o pañuelos.
En los cementerios de animales, por otra parte, a menudo se colocan piedras conmemorativas con inscripciones, por ejemplo, en el de la ciudad de Bad Homburg. «Vagabundear era tu vida», reza la piedra funeraria del gato Minki, cuya vida callejera terminó hace tres años.
«Eres lo mejor que me ha pasado en la vida», afirma la leyenda grabada sobre una placa en la tumba de un gato. «Gracias por haberte tenido» o «Estarás siempre en nuestro corazón» son otras de las dedicatorias de los dueños de mascotas. En Alemania hay más de 120 cementerios de animales. Una sepultura suele costar entre 100 y 300 euros.
Otra opción que se utiliza con frecuencia es incinerar los restos de la mascota en un crematorio. Los precios de una cremación individual van, dependiendo del peso del animal, de 105 a 315 euros. Además, están los costes de la vasija para las cenizas.
A petición, las cenizas pueden ser enviadas al dueño de la mascota en la urna previamente seleccionada. Si se va a enterrar, se aplican las mismas reglas que para la sepultura del cuerpo intacto del animal: sólo está permitido en el terreno que es propiedad del dueño de la mascota.
Por Sabine Maurer (dpa)