(dpa) – Daniele Marcacci mira el arbusto de camelias con ojos de experto. «Pronto se marchitarán», dice pese a que aún es marzo. «Pero está muy seco, la naturaleza está ya muy avanzada», declara el jardinero de la ciudad de Locarno junto al lago Mayor (lago Maggiore).
Donde la primavera comienza un poco antes
El Tesino es el cantón ubicado más al sur de Suiza y es el de menor altura sobre el nivel del mar. Allí, la primavera suele llegar pronto, por eso la región es ideal para escapar de los días grises de la época invernal.
La camelia es una planta con aires de diva, no le gusta demasiado el frío. Marcacci dice que por eso rara vez se las ve más al norte. Lleva décadas cuidando las flores, los árboles y los canteros con plantas de la ciudad del «Langensee», como los suizos de habla alemana llaman al lago fronterizo entre Suiza e Italia.
Las palmeras, que aportan un aire mediterráneo, son lo que el jardinero de pelo rizado llama «malas hierbas». No son nativas, fueron traídas. Pero aquí, en el sur de Suiza, suman su aporte al paisaje.
Un té de lujo en el Monte Verità
Las camelias también crecen en el Monte Verità, en lo alto de Ascona, unos kilómetros más al sur. Pero allí no tienen ni aroma ni flor, simplemente solo hojas verdes. «Cultivamos té», dice Corinne Denzler, quien junto a su esposo cuida más de 1.400 plantas. La plantación de té está compuesta por plantas de camelias.
La pareja trabajó durante mucho tiempo en Asia y allí descubrió su pasión por el té. Finalmente halló que las plantas también podían cultivarse en Suiza. «El clima les sienta bien», afirma.
La cosecha de las plantas de su jardín «zen» no rinde sin embargo demasiado. Las hojas se cosechan en primavera, se procesan y se convierten en té verde. «Entre uno y dos kilos por año», precisa Corinne Denzler. El té es empaquetado en pequeños sobres de 20 gramos que venden a unos 40 francos suizos (unos 43 dólares) para los amantes del té, claro.
La colina de los librepensadores
El Monte Verità no solo es interesante por sus plantaciones de té, los fanáticos del esoterismo lo consideran un lugar energético.
A comienzos del siglo XX, la colina de 321 metros de altura era una colonia de naturalistas y el hogar para quienes abonaban teorías alternativas y querían alejarse del «establishment», entre ellos reformistas, artistas y escritores.
Como casi todo lo que rodea al lago Mayor, se puede recorrer el «Monte de la verdad» a través de una red de senderos muy bien diseñada.
Los caminos también bajan hasta la orilla del lago y su soleada costanera sobre la que se alinean, uno tras otro, numerosos cafés y restaurantes. El paisaje de las montañas nevadas sobre el lago parece pintado y Ascona se convierte en el lugar más de moda a lo largo y lo ancho de la región.
Jet set y sobriedad
El lugar cobra mucha vida cuando se celebra el Festival de Jazz, en pleno verano europeo. Algo similar ocurre en Locarno, cuando se realiza el Festival de Cine, pero durante el resto del año el ambiente es más tranquilo. El senderismo y el ciclismo se convierten en las actividades preferidas.
La aldea de artistas Carona fue elegida hace pocos años como el pueblo más bello de Suiza. En primavera ya no se necesita allí usar ropa gruesa de invierno porque en muchos lugares el sol se ocupa de levantar la temperatura.
Magnolias y secuoyas
Robert Eisenhut posee y cuida desde hace muchos años el «Parco Botanico» en la costa este del lago Mayor. Allí se puede hallar la mayor colección de magnolias del mundo, según asegura el jardinero.
No solo estas plantas con sus impresionantes flores blancas, amarillas, rosas y moradas decoran el jardín. Allí crece un árbol de secuoya, al que parece que también le sienta muy bien el clima del lago Mayor.
Por Verena Wolff (dpa)