(dpa) – Cuando se trata de entrenamiento de las fascias, la mayoría de las personas posiblemente piensen en un rollo de gomaespuma con el que se practica el automasaje.
Es factible que además también sepan que las fascias envuelven los músculos, y todo eso es correcto. Pero las fascias son mucho más que un simple recubrimiento.
«Durante largo tiempo las fascias fueron tan poco valoradas como el envoltorio de un regalo», explica el biólogo Robert Schleip, quien investiga este tema hace más de 25 años.
«Todo lo que llamamos tejido conectivo en la vida cotidiana es fascia», explica. Esta estructura fina, blanca y de apariencia membranosa forma una red por todo el cuerpo.
Las fascias se encuentra alrededor y en los músculos, cápsulas articulares, tendones, ligamentos y huesos. Brindan estabilidad al organismo y no son rígidas, sino elásticas.
También cobran importancia en los movimientos. «Son una parte importante de la transferencia de presión mecánica», afirma Schleip, y describe las fascias como un órgano sensorial que con sus millones de receptores constituye una gran parte de nuestra percepción corporal.
Las investigaciones científicas se centran hoy en día además en la medida en la cual se vinculan las fascias y nuestro sistema inmunitario.
Las fascias no solamente son relevantes para los entusiastas del deporte. Y esto queda especialmente claro cuando esta estructura elástica se pone rígida, porque la consecuencia son los dolores y las limitaciones en los movimientos.
Esto acontece por ejemplo con el avance de la edad o por movimiento escaso. Para prevenir fascias rígidas y pegadas, los expertos brindan tres consejos: movimiento, una alimentación sana y suficiente agua.
El ejercicio regular mantiene las fascias elásticas
En lo que respecta al movimiento, las fascias, al igual que los músculos, necesitan estímulos para crecer o, al menos, para mantener su estado actual, afirma el profesor Ingo Froböse, científico deportivo de la Escuela Superior de Deporte de Colonia.
Los expertos aún no están del todo de acuerdo respecto de si debe llevarse a cabo un entrenamiento específico para las fascias o si el movimiento en general las mantiene flexibles. Froböse manifiesta su opinión: «Las fascias se encuentran presentes en cualquier movimiento».
Por lo tanto, considera que la tendencia al entrenamiento de las fascias es exagerado y que nadie que se mueva en la medida suficiente debería realizar un entrenamiento preventivo específico de las fascias.
Sin embargo, apunta que «en el caso de déficit, esto tiene sentido». Froböse indica que el entrenamiento de las fascias bajo una conducción terapéutica puede ayudar a aflojar estructuras pegadas.
Schleip considera que no puede entrenarse completamente por separado a los músculos y las fascias. Y cree que tiene sentido poner el foco cada tanto en las fascias: «En este caso, diez minutos dos o tres veces por semana, además del entrenamiento de resistencia y fuerza, suelen ser suficientes».
Después de aproximadamente tres meses, los primeros resultados pueden apreciarse con una ecografía especial. «Posiblemente uno note un poco más tarde que el cuerpo se vuelve más flexible».
Cuatro pilares del entrenamiento de las fascias
¿Pero, en qué debería consistir un entrenamiento de las fascias? Schleip indica que cuenta con cuatro pilares.
El primer pilar son los movimientos ligeros y de balanceo: por ejemplo, balancear las piernas al máximo, hacer círculos dinámicos con los brazos o saltar.
El segundo pilar son los estiramientos multiarticulares, similares a los del yoga, siendo un ejemplo la llamada postura del perro boca abajo.
Esta no solo estira los músculos de la pantorrilla, por ejemplo, sino que a través de la posición sobre las manos y los pies con los glúteos, como punto más alto, se siente el estiramiento desde los talones hasta la punta de los dedos. También es importante con los estiramientos específicos de la fascia no realizar el estiramiento en un solo ángulo.
El tercer pilar es el rollo para fascias con el cual se masajean la espalda y las extremidades.
El cuarto pilar incluye un entrenamiento de percepción basado en la atención. Se trata de entrenar los sentidos para la percepción del propio cuerpo y así prevenir también posibles lesiones al realizar los movimientos dinámicos y ligeros.
Hay que alimentarse de forma balanceada y tomar mucha agua
En cuanto a la alimentación, Froböse aconseja una dieta equilibrada. Porque el colágeno es una proteína que es importante para la elasticidad de las fascias y puede ser producido por el propio cuerpo.
Pescado, carne, leche y productos lácteos, así como nueces, cereales integrales y legumbres contienen numerosas proteínas.
Asimismo resulta importante mantener elevada la proporción de líquidos en el cuerpo. Eso significa tomar mucha agua, unos dos litros diarios.
Según explica Froböse, la falta de líquido hace que la fascia se endurezca. Como resultado, las estructuras a veces ya no pueden moverse sin fricción, lo que a su vez provoca dolor.
Y, a mayor edad, es importante beber en cantidad, porque disminuye la capacidad del cuerpo de retener el agua. Por lo tanto, se puede sufrir más rápidamente la falta de líquido.
Por Elena Zelle (dpa)