(dpa) – La atracción turística se encuentra hoy tras las nubes. Desde la atalaya de madera situada en la parte este del neerlandés Parque Nacional de Lauwersmeer normalmente se observa con asombrosa nitidez la refulgente Vía Láctea -siempre que el cielo esté despejado-.
Bajo el observatorio, la oscuridad se cierne sobre la llanura. A lo lejos, en el extremo occidental del parque, se desvanecen las luces del pueblo de Oostmahorn, al sureste, a unos 30 kilómetros, resplandece sobre la población de Groninga un tenue cielo anaranjado.
Donde la luz se ausenta
Una noche más, Jan Willems acompaña a los astroturistas hasta la torre de madera. Durante 20 años trabajó como guarda forestal de este parque nacional situado entre Frisia y Groninga. Ahora guía a los visitantes nocturnos a los enclaves donde divisar las estrellas.
Un grupo de gansos eleva su vuelo con fuertes graznidos. Probablemente huyan de un zorro que deambula cerca, explica Willems. La oscuridad es casi absoluta. Apenas se disciernen los relieves cercanos. Se diría que la tierra es aún más opaca que el mar. Se dan las condiciones perfectas para observar el cielo estrellado. Pero esta noche la naturaleza se muestra caprichosa.
Espesas nubes se interponen entre el grupo de turistas nocturnos y las constelaciones de la Osa Mayor y la Osa Menor. Así que Willems explica a los visitantes qué avistarían, de no estar nublado y habla de la legendaria Vía Láctea, a menudo invisible en muchos lugares del mundo debido a la alta polución lumínica.
Anillos de Saturno, lunas de Júpiter
«La luz artificial es una bendición», asevera Jaap Kloosterhuis, «pero hay demasiada y una gran parte de ella es innecesaria». Como guarda forestal sucesor de Willems, trabaja en el centro de actividades de Lauwersnest. Un mapa del sistema solar cuelga en una de las paredes del interior de la caseta.
Kloosterhuis explica por qué nos encontramos en un lugar privilegiado para la observación de astros. Señala en el mapa al sexto planeta del sistema: «en este parque pueden observarse los anillos de Saturno», posa su dedo ahora sobre el quinto planeta, «y también las lunas de Júpiter», y añade: «con ayuda de un telescopio, por supuesto».
Las noches en las que mejor se contempla al rojizo Marte o en época de lluvia de estrellas fugaces, el entusiasmo de Kloosterhuis incrementa aún más la curiosidad de los astroturistas.
Ejercer de guía en las excursiones nocturnas forma parte de sus funciones, tal y como lo estipula la asociación internacional Dark Sky, entidad estadounidense que certifica y protege los mejores lugares del mundo para la observación de estrellas.
Existen unos 70 parques de este tipo en todo el planeta, entre los que se incluyen el famoso Valle de la Muerte y el Gran Cañón del Colorado. En Holanda hay dos: Boschplaat y Lauwersmeer.
Refugio para insectos y aves
Kloosterhuis se considera a sí mismo un «evangelista de los cielos estrellados». Su mensaje: «las noches son oscuras. Es lo natural. La luz artificial altera el ecosistema y el comportamiento de los animales».
Y pone como ejemplo a los insectos que revolotean alrededor de las bombillas hasta que caen extenuados al suelo, demasiado débiles para polinizar flores o buscar pareja.
Un caso similar es el de los gansos, que confunden la luz artificial de color rojo con la del amanecer. Por eso vuelan en círculos alrededor de las brillantes plataformas petrolíferas del Mar del Norte. «Y cuando no pueden más, caen al mar», dice. De ahí que la mayoría de estas plataformas luzcan ahora tonos verdosos.
Por el contrario, Kloosterhuis está convencido de que las aves encuentran el reconfortante descanso nocturno que necesitan en Lauwersmeeer.
En el parque nacional, los animales pueden retomar fuerzas para continuar su extenuante migración a los climas del sur. O anidar en paz. Es el caso de la aguja colinegra que sólo se reproduce cuando no hay luz artificial cerca. Este ave (limosa limosa) aún puede avistarse en el parque neerlandés.
Lauwersmeer nunca decepciona. Tanto si visita este fascinante parque natural por interés ornitológico como astronómico, no olvide los prismáticos. Ni, quizá, consultar con anterioridad la previsión meteorológica.
Por Wolfgang Stelljes (dpa)