Cannes, 14 may (dpa) – En tiempos en que los superhéroes copan las pantallas, la italiana Alice Rohrwacher sorprendió hoy en el Festival de Cannes con «Lazzaro Felice», una fábula sobre la bondad protagonizada por un antihéroe que ha cautivado a la crítica.
La directora transita por el mundo de la realidad y la magia para llevar al espectador al terreno de la fábula. Esa es la razón además de la indefinición temporal de la cinta, que arranca en una apartada área rural que bien podría ser del siglo XIX. Allí un grupo de familias trabajan los campos de una marquesa, que llega en coche a la apartada mansión, acompañada de su hijo, que utiliza un teléfono móvil.
Estos campesinos analfabetos han sido explotados durante generaciones y entre ellos hay un joven, llamado Lázaro (Adriano Tardiolo), que es un trabajador aplicado, incapaz de distinguir el bien del mal, que siempre está complaciendo a los demás.
Pero el engaño en el que viven los campesinos al final se descubre y los trabajadores acaban en la ciudad, donde vuelven a malvivir.
«‘Lazzaro Felice’ es una película que cuenta «el fin de un modo de vivir», cómo los campesinos pasan «de un medioevo feudal a un medioevo apocalíptico humano, un medioevo social», dijo Rohwacher en rueda de prensa, donde la realizadora recibió un muy cálido aplauso. La película, continuó, nace, por una parte, del deseo de contar un modo de ser, el de una persona que ríe y ayuda, y por otra, de hablar de la posibilidad de la bondad».
La bondad es algo que cíclicamente va y viene y Lazzaro es indemne al tiempo, sigue regresando y cuestionándonos sobre la posibilidad de escoger la bondad, añadió la directora nacida en 1982.
Rohwacher apunta que los campesinos son explotados y ellos a su vez explotan a Lázaro, pero también ocurre lo mismo con los extranjeros, a los que se marginaliza por venir de fuera, al igual que los campesinos cuando llegan a la ciudad sin recursos.
«Quería contar un mundo que se transforma, cambia y al mismo tiempo simpre sigue siendo igual, el ser humano siempre acaba explotando a su prójimo», explicó.
La cinta, que cuenta con un buen número de actores no profesionales, está protagonizada entre otros por Nicoletta Braschi («La vida es bella») y la hermana de la directora, Alba Rohrwacher, así como el actor español Sergi López.
«Alice escribió un guión brutal», aseguró el actor, quien destacó la forma inteligente, sensible y poética de la directora para hablar del poder. «Lazzaro felice», añadió, habla de un mundo que se está acabando, de un capitalismo que está siendo cruel con los más débiles.
La potencia de la película de la italiana radica sobre todo en plantear temas tan actuales como la explotación de los trabajadores más necesitados o cuestionar los valores de la sociedad pero sin moralismos ni exhibiendo miserias, sino contando una fábula.
«Es una fábula realista. Una película con raíces en la realidad», insistió la realizadora, que ha desarrollado una breve carrera (tres películas) en Cannes.
La italiana, que ganó hace cuatro años el Gran Premio del jurado con «Le meraviglie» y todo apunta que este año volverá a formar parte del palmarés, se llevó los aplausos de la jornada en la competición por la Palma de Oro.
También se presentó a concurso el nuevo trabajo del japonés Hirokazu Kore-eda, quien en «Shoplifters» vuelve a hablar de su tema favorito: la familia, una institución con la que además ofrece una mirada a la sociedad actual japonesa.
«Shoplifters», a diferencia de trabajos anteriores que también giraban en torno a las relaciones familiares, tiene un destacado componente social.
El drama comienza mostrando una familia de tres generaciones bien avenida pero sin recursos. Poco a poco el director va desgranando los curiosos lazos que los unen y el principal es que todos viven del engaño y el pequeño hurto.
«Si esa familia realmente existiera en Japón, uno la debería ver como criminales porque comparten la tendencia al mundo del hampa. Pero más allá de la delincuencia, mantienen un lazo especial», explicó el director, que de nuevo vuelve a confiar en uno de sus actores fetiche, Lily Franky, para coprotagonizar la conmovedora historia.
Por María Luz Climent Mascarell (dpa)