¿Has ido alguna vez a un bar y has pedido tú café con la leche del tiempo?, seguro que sí… y ¿Qué ha pasado?, no hemos realizado ningún estudio que avale estás conclusiones, pero la mayor parte de las veces ese “café arde”, y la respuesta más común es ¿era con la leche del tiempo?, a lo que sueles responder con esa sonrisa que te delata… “si, tranquilo/a no pasa nada…”
Pero realmente sí pasa, te pones nervioso, te quemas “doblemente”, te entran las prisas y acabas mirando a la tele de turno, cogiendo la prensa de papel o tiras de móvil mientras esperas a que ese café rápido enfríe un poco para poder seguir con lo tuyo…
El sector hostelero de este país tiene muy grandes profesionales, que puedes encontrar en un bar de pueblo o en un restaurante de lujo de una gran ciudad, incluso muchas veces puedes tener la suerte de que entras por la puerta de un establecimiento y el camarero ya sabe lo que vas a tomar… (también tiene sus riesgos), pues ¿Y si hoy quieres otro tipo de bebida pero tú amigo el camarero ya te sirvió lo de siempre?, ¿Qué hacer?, opción uno… “no, no no…. Hoy quiero X”, pero tendrás que adelantarte a él o ella… opción dos “tomarlo y a otra cosa”
Las rutinas son malas en la vida, pues acostumbran a los demás a seguirlas, si todos los días pides lo mismo, corres el riesgo de que den por hecho de quieres exactamente lo de cada día, aunque pidas un café con la leche templada, del tiempo o fría… el camarero (muchas veces) te lo dará en modo “automático”…
Tres consejos para evitar que eso ocurra.
Cuando entres en un bar, no lo hagas en silencio, saluda al camarero, y pide “un café con la leche del tiempo, por favor”
Cuando te lo estén haciendo…. Añade “La leche del tiempo, por favor”
Y finalmente cuando se dirige a ti le preguntas ¿Es con la leche del tiempo?
Quizás no funcione, quizás piensen “que pesadito con la leche del tiempo”, pero en dos días él o ella, tu amigo del otro lado de la barra te preguntará ¿Un café con la leche del tiempo? Y tú podrás decirle “sí gracias” o … “No, hoy mejor me tomo un poleo menta”
La comunicación es la madre de todas las relaciones, si no hablas… nadie sabrá lo que realmente deseas, y por cierto y sin ironía… en este país tenemos muy buenos camareros a los que muchas veces “un gracias, un que tengas un buen día, o una sonrisa…” les sienta mejor que 10 céntimos de propina (aunque el bote también ayude)