Caracas, 20 may (dpa) – El mensaje oficial lo presenta como «conductor de victorias» y la oposición lo llama «dictador». Él, en cambio, se dice «protector» del pueblo en una Venezuela azotada por una severa crisis con hiperinflación y contracción económica.
El presidente Nicolás Maduro no solo retuvo el poder ante las dudas, protestas y conspiraciones, sino que ganó una reelección para el mandato 2019-2025 en unos comicios plagados de controversias y denuncias.
Maduro fue declarado ganador hoy con un 68 por ciento de los votos emitidos (5,8 millones) contra el 21 por ciento de su principal oponente, Henri Falcón quien obtuvo 1,8 millones de sufragios y desconoció los comicios debido a una serie de irregularidades en la jornada electoral en la que además no participó la oposición.
En el poder, pasó los últimos cinco años eludiendo toda responsabilidad en la crisis, enfrentando con duras arengas a la oposición y al «imperialismo» estadounidense, acusándolos de promover complots para derrocarlo, y maniobrando para anular a la Asamblea Nacional (Congreso), que desde 2016 está en manos de una mayoría opositora.
Durante su campaña por la reelección, se declaró ya un presidente «maduro» y capacitado para enfrentar el reto que significará un nuevo mandato con conflicto en el horizonte, ante unas elecciones que son consideradas ilegítimas y que podrían dar lugar a su desconocimiento como presidente.
En los últimos años, en más de una ocasión prometió que se dedicaría a enfrentar los problemas económicos, agudizados por el prolongado desabastecimiento de bienes de consumo masivo.
Maduro gobernó fiel al estilo de Chávez, imponiendo sus líneas en privado, mientras en público repetía las palabras diálogo y paz.
Los retos opositores más relevantes con protestas en 2014, que dejaron 43 muertos, y 2017, con un saldo de más de 120 víctimas mortales, los derrotó acompañado de la mano dura de la Fuerza Armada.
Los cuatro meses de manifestaciones del año pasado los terminó con un llamado a la elección de la Asamblea Constituyente, que se instaló asumiendo poderes plenipotenciarios, tras unos controversiales comicios en los que no participó la oposición.
Asimismo, los conflictos internos del oficialismo los contuvo a su manera: en el gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) apagó una posible revuelta por su candidatura creando el movimiento Somos Venezuela, de inspiración propia.
En 2017, Maduro sacó del camino a potenciales rivales en el chavismo: a la fiscal Luisa Ortega Díaz, a quien acusó de corrupta, así como al ex ministro de Petróleo Rafael Ramírez, removido como embajador en la ONU.
De 55 años, hombre alto, fornido, de bigotes e incompleta formación académica, Maduro pasó en un salto en menos de 20 años de ser chofer de autobús a la presidencia del país petrolero, tras la muerte en 2013 de Chávez, su mentor político.
El ex miembro de la Asamblea Constituyente que en 1999 redactó la Carta Magna vigente y ex diputado de la Asamblea Nacional (Congreso) fue canciller entre 2006 y 2013.
Durante la agonía de Chávez pasó de la Cancillería a la vicepresidencia y luego una estrecha victoria electoral el abril de 2013 sobre el opositor Henrique Capriles lo instaló en el podio del poder político.
A una sostenida campaña opositora de que es colombiano por nacimiento, Maduro replicó que nació en Caracas, pero se ha negado a hacer público su certificado de nacimiento.
Recogió la herencia política de Chávez. Maduro se autodefine como «hijo» y un «apóstol» de su mentor que materializa el sueño socialista de un obrero encumbrado a las alturas del poder en el país productor de petróleo del mundo.
El ex líder sindical llegó a escalar hasta lo más alto del poder en Venezuela tras recibir el aval de Chávez como su favorito para continuar su revolución socialista. Alega que él lo preparó para el reto de gobernar el país.
Maduro apenas completó la educación media. Fue representante sindical en el Metro de Caracas y luego elegido diputado por el oficialismo hasta ascender a la presidencia de la Asamblea Nacional.
Saltó al escenario político en 1992 cuando como líder sindical pidió en las calles la liberación de Chávez, entonces encarcelado por haber dirigido el intento golpista del 4 de febrero contra el presidente Carlos Andrés Pérez.
Antes, a mediados de los ochenta, militó en la organización izquierdista Liga Socialista, que lo preparó como dirigente y gestionó llevarlo a Cuba para que realizar un curso de cuadros sindicales.
Tiene dos hijos y dos nietas y su compañera Cilia, de 61 años, también fue líder de la Asamblea Nacional.
Por Néstor Rojas Mavares (dpa)