Por Jan Ungruhe (dpa) – Desde hace tiempo, los empleados ya no necesitan estar en la oficina para acceder a emails de la empresa, hacer llamadas de trabajo o bajar datos de la red empresarial. Gracias a la técnica moderna, los usuarios también pueden acceder a todo lo que necesitan saber y hacer estando en casa o viajando. Sin embargo, no todos reciben de su empresa los dispositivos para trabajar. Por esta razón, muchas veces utilizan también sus smartphones, tabletas o notebooks privados.
De acuerdo con una reciente encuesta de Bitkom, la Asociación Federal Alemana para la Tecnología de la Información, el 40 por ciento de los empleados en Alemania utilizan de vez en cuando sus propios dispositivos para el trabajo. Las ventajas son obvias, al menos para las empresas: gracias a la mejor disponibilidad de datos, la productividad de los empleados es mayor», dice Marc Fliehe, experto en seguridad de Bitkom. Y a los empleados no les resulta difícil pasar del uso privado al uso profesional de los dispositivos.
Al mismo tiempo, sin embargo, se presentan también desventajas: por ejemplo, la mayoría de los dispositivos y sistemas operativos no impiden que se mezclen datos profesionales y privados, señala Matthias Ritscher, del instituto Fraunhofer para la seguridad en la tecnología de la información. Un ejemplo de ello es la agenda en el smartphone.
Sin embargo, la mezcla de datos profesionales y privados también es un problema para las empresas, sobre todo por motivos de seguridad. Por ejemplo, el usuario muchas veces no puede ver con claridad si una aplicación con datos de la empresa establece contacto en el smartphone y cuándo, dice Matthias Ritscher. Además, es posible que una app que el usuario utiliza para sus emails no reúna las condiciones de la empresa en materia de protección de datos y seguridad.
Como consecuencia, a los hackers les resulta más fácil penetrar en la red de la empresa y robar datos. Por este motivo, las empresas están facultadas para exigir a sus empleados que sólo usen apps y programas que hayan sido sometidos a prueba y autorizados. «También es posible la integración de interfaces de la empresa en dispositivos de los empleados para imponer normas de seguridad en la tecnología de la información», indica Ritscher.
Sin embargo, esto no significa que los empleados deban temer que la empresa tenga un acceso indeseado a su dispositivo, ya que esto sólo es posible con el consentimiento de la persona. «Aun cuando el empleado use sus propios dispositivos para el trabajo y aun cuando haya datos de la oficina almacenados en los dispositivos, estos siguen siendo propiedad del empleado», explica Martin Hensche, un abogado berlinés especializado en derecho laboral.
Por cierto que el empleador tampoco puede exigir que se usen dispositivos privados para el trabajo. La empresa básicamente tiene la obligación de poner a disposición del empleado los medios que este necesite para hacer su trabajo. «Como está obligado a poner a disposición del empleado los medios de trabajo, el empleador por regla general no puede exigir que el empleado realice con su propio smartphone llamadas de trabajo», dice Hensche.
Sólo existen dos excepciones. Una de ellas es cuando se presenta un caso urgente imprevisible, es decir, cuando es necesario hacer una llamada de trabajo aunque el teléfono propiedad de la empresa no esté disponible. «En este caso, el empleado tiene que usar su propio celular pero tiene derecho a reclamar el reembolso del coste de la llamada», dice Hensche. La segunda excepción se da cuando el empleador y el empleado han convenido que el empleado utiliza para el trabajo su propio smartphone o notebook.