Washington, 23 may (dpa) – Camino de cumplirse dos años desde que Colin Kaepernik hincó por primera vez la rodilla en el césped, la NFL aprobó hoy medidas para frenar esas protestas mientras suena el himno nacional de Estados Unidos en los campos de fútbol americano antes del inicio de los partidos.
«Esta temporada, toda la liga y la plantilla de los equipos deberán estar de pie y mostrar respeto por la bandera y el himno. La plantilla que decida no permanecer en pie durante el himno podrá quedarse en el vestuario hasta que el himno se haya interpretado», señaló el comisionado de la NFL, Roger Goodell.
La medida se interpreta como una cesión de la NFL a las presiones del presidente Donald Trump, que llevó a cabo una batalla personal contra los jugadores que se arrodillan para protestar contra el racismo y contra la brutalidad policial con los negros. «Abre el camino a una victoria de Trump en una guerra cultural», sentenció el destacado diario digital «Politico».
El mandatario y la Casa Blanca han acusado de antipatriotas e irrespetuosos con la bandera y con los militares a los jugadores que no escuchan el himno nacional en pie con la mano en el corazón. Y el tema ha llevado a su vez a un debate social sobre la libertad de expresión que se retomó hoy en el país con el anuncio de la NFL.
«Fue desafortunado que las protestas en el campo crearan la falsa percepción entre muchos de que los jugadores de la NFL son antipatrióticos. Este no es ni fue nunca el caso», dijo hoy el comisionado Goodell.
La nueva política de la NFL establece que la Liga puede sancionar a los equipos -hay 32- en los que los jugadores no sigan las nuevas indicaciones, aunque deja en mano de ellos la posibilidad de imponer una multa u otra acción disciplinaria a los deportistas que no lo hagan.
El movimiento de protesta fue iniciado en agosto de 2016 por Kaepernick en la estela de nuevos episodios de violencia policial contra hombres negros en Estados Unidos durante ese verano.
«No voy a levantarme para mostrar orgullo por la bandera de un país que oprime a la gente negra y a la gente de color. Para mí, esto es mayor que el fútbol y sería egoísta de mi parte mirar a otro lado», explicó al iniciar su protesta.
Kaepernick es hijo de padre negro y madre blanca. Y en el fútbol americano, aunque es un deporte visto más por blancos, la mayoría de los jugadores, en torno a dos tercios, son negros.
Al mariscal de campo, que jugaba entonces con los San Francisco 49ers, se le fueron uniendo otros jugadores de color tras iniciar su protesta. Unos hincaban la rodilla en el suelo; algunos se quedaban sentados en el baquillo y otros, puestos en pie, entrelazaban sus brazos.
Pero fue un año después de que Kaepernick comenzara a protestar, en septiembre de 2017, cuando el movimiento alcanzó su mayor apogeo, después de que Trump llamara lo llamara «hijo de puta» e instara a los equipos a despedir a todo jugador que no escuchara en pie «The Star-Spangled Banner».
Ese fin de semana, dos centenares de jugadores de la NFL no se levantaron durante el himno como respuesta al presidente. Kaepernick no pudo protestar con ellos porque para entonces llevaba ya más de medio año sin pisar un campo de fútbol americano.
Era uno de los mejores quarterbacks de la Liga y pagó un alto precio por mantenerse firme en sus convicciones. Desde que puso fin a su contrato con los San Francisco 49ers, en marzo de 2017, nadie quiso ficharlo. A día de hoy sigue sin equipo y se da por finalizada su carrera profesional.
El himno nacional es sagrado en Estados Unidos, un país que tiene el patriotismo como uno de sus principales valores y que cuenta con un código para escucharlo: en pie, mirando a la bandera, los civiles se llevan la mano al corazón y los militares hacen el saludo castrense.
En su día, la sociedad se dividió ante el gesto de Kaepernick y en los campos de fútbol se escucharon fuertes abucheos al mariscal de campo. «Creemos que la decisión de hoy mantendrá el foco en los partidos y en los extraordinarios atletas que los juegan, y en nuestros seguidores, que lo disfrutan», dijo Goodell hoy.
Por Sara Barderas (dpa)