Moscú, 19 mar (dpa) – «Tengo 65 años. ¿Seguiré aquí sentado hasta los 100? ¡No!». Así respondió Vladimir Putin la noche del domingo a la pregunta más importante de todas: ¿cuánto tiempo seguirá gobernando Rusia?
El 76,67 por ciento de los votantes le dio su apoyo en las elecciones presidenciales del domingo, su mejor resultado en los 18 años que lleva en el poder. Putin dirigirá el país durante los próximos seis años, en su cuarto y último mandato, según la Constitución. Pero la cuestión de su sucesión ya genera incertidumbre.
«Los ciudadanos de nuestro país dieron al presidente un mandato para una fuerte política interior y exterior, y eso es valioso», dijo la presidenta del Consejo de la Federación rusa (Cámara alta), Valentina Matviyenko. Pero ese es el punto de vista oficial.
El diario económico «Vedomosti» se mostraba hoy crítico y preguntaba: «¿Para qué necesita Vladimir Putin otros seis años en el poder? ¿Si el presidente está fresco y lleno de planes, bien, pero si está cansado y sólo teme perder el otro, es algo muy distinto».
En realidad, Putin no presentó ningún programa nuevo para las elecciones. Según la prensa rusa, el presidente perdió el interés en los asuntos de política interna. La economía, muy dependiente de las materias primas, no se está reformando y no consigue salir adelante lo suficiente como para que no aumenten las protestas sociales.
Un vistazo al invierno de 2011/12 ayuda a entender por qué Putin logró un resultado electoral histórico pese a la corrupción y a la paralizada economía. Su vuelta al Kremlin fue entonces menos triunfal. Al contrario, las masivas protestas ensombrecieron las elecciones parlamentarias de 2011 y las presidenciales de 2012.
Aquellas manifestaciones hicieron sudar a Putin y sus aliados. Por eso, después se dedicaron a cortar las alas a todos los que amenazaban su posición. El tercer mandato de Putin estuvo plagado de leyes represoras: se limitó el derecho a al manifestación, se coartó a la sociedad civil y se endureció la legislación antiterrorista.
Uno de los que más sintió esos efectos en estas elecciones fue el opositor Alexei Navalny. Este activista arremetió sin éxito contra las élites y es capaz de movilizar a los jóvenes. Aunque como candidato no habría tenido posibilidades frente a Putin, la cúpula política ni siquiera quiso permitir ese enfrentamiento. Navalny fue inhabilitado para los comicios con una controvertida condena por fraude y cada vez se le fue escuchando menos según avanzaba la campaña.
Los observadores de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) criticaron hoy la ausencia de competencia política en Rusia. Pero por otro lado, Putin es apreciado entre sus compatriotas. «Es un inteligente y autoritario manipulador de la opinión pública. Y es realmente popular. Ambas cosas a la vez», explicaba la periodista Ilia Losovski.
Al igual que los votantes estadounidenses se sintieron atraídos por el lema «Estados Unidos primero» de Donald Trump, los rusos apoyaron el «Rusia primero» de Putin, el sentimiento de que volvió a convertir al país en una gran potencia.
El país se une en los momentos de crisis. Por eso, el portavoz de campaña de Putin, Andrei Kondrashov, agradeció irónicamente al Gobierno británico que ayudase a movilizar al electorado con sus acusaciones contra Rusia por el envenenamiento de un ex espía. A Putin le divierte la política exterior, que dará quebraderos de cabeza al resto del mundo.
Pero para Putin la cuestión de la sucesión es más delicada que cualquier conflicto internacional. El presidente aseguró en una ocasión que no remará para siempre en el barco del Estado y en una reunión con sus colaboradores mostró su deseo de viajar y ver el mundo desde fuera de los centros de convenciones.
Pero es posible que nada cambie con su salida de la escena política. «El principal objetivo del sistema político ruso es mantener en el poder tanto como sea posible a la clase dirigente», analiza el politólogo moscovita Andrei Kolesnikov. Por eso no habría ningún interés en reformas democráticas y liberalización.
En los últimos tiempos Putin impulsó a jóvenes tecnócratas. Pero no se vislumbra ningún sucesor que pueda jugar como él un papel de árbitro entre los servicios secretos, los grupos económicos y políticos.
Así las cosas, ¿se quedará Putin más tiempo? Entre 2008 y 2012 dejó la presidencia para cumplir con la Constitución, así que de la misma manera podría regresar a partir de 2030 después de hacer una pausa. O podría modificar la Constitución para mantenerse indefinidamente en el poder. Por ahora, el presidente repitió una frase en varias ocasiones durante la noche electoral: «Por el momento, no planeo ningún cambio constitucional».
Por Friedemann Kohler y Thomas Körbel (dpa)