La habitación de un niño es uno de los lugares más importantes en su vida. Allí pasará buena parte de su tiempo jugando, estudiando, descansando y creciendo. Es por ello que la decoración de ese espacio constituye un elemento esencial para su desarrollo integral.
En pocas palabras, este es el sitio donde los niños aprenden a jugar y a soñar, por lo que el mismo se debe adecuar perfectamente para estimular su imaginación. Un ambiente ideal incluye los colores correctos; en estos casos se suelen emplear los tonos más brillantes, y objetos que les generen curiosidad.
Por supuesto, también depende mucho de la edad, pues cuando los niños crecen tienden a manifestar sus propios gustos en lo que a la decoración de espacios se refiere. Estos deben ser respetados por los padres, siempre y cuando no les afecte en su estudio o descanso.
Los objetos, iluminación, el color de las paredes e incluso la distribución de los muebles, todos estos detalles juegan un papel muy importante a la hora de crear el lugar perfecto para los más pequeños de la casa, donde se puedan sentir cómodos, seguros y felices.
La psicología del color
Los psicólogos aseguran que el color de una habitación puede afectar a las personas, positiva o negativamente. A este fenómeno se le conoce como psicología del color. Este campo de estudio se encarga de analizar cómo las personas reaccionan ante cada tonalidad.
El blanco es el color recomendado por excelencia para pintar la habitación de un niño. Aparte que aporta luminosidad a cualquier área, este simboliza pureza, inocencia, optimismo, frescura, limpieza y simplicidad.
Según los expertos, el color blanco transmite a los niños curiosidad, calma, pulcritud y, sobre todo, orden visual. De hecho, muchos psicólogos y educadores dicen que el color blanco se puede comparar con una hoja de papel, en la que los niños tienen la oportunidad de explorar su creatividad.
Algunos estudios señalan que los colores vibrantes como el rojo y amarillo intenso generan excitación, mientras que el azul, verde y púrpura proporcionan tranquilidad. Si se escoge uno de estos, no necesariamente se debe pintar toda la habitación, pues se puede efectuar un degradado o dejar algunas paredes en blanco para suavizarlo.
En el caso de los bebés, lo mejor son los colores suaves, para evitar confusiones en sus habilidades sensoriales. Para ellos hay que evitar colores vibrantes como el rojo o el naranja. Se recomienda pintar las paredes en tonos pastel y añadir los toques de color en colchas, cenefas o líneas pintadas, incluso con esos diseños en vinilo que se pegan sobre la pared y están muy de moda.
Tal como remarcan los expertos en diseño de El Pájaro Carpintero en su web, también es necesario optimizar el espacio y que mantenga la funcionalidad, aprovechando la luz natural y otras técnicas, como salvar radiadores y evitar enchufes inaccesibles.
Consejos de decoración por edades
Las habitaciones infantiles se decoran según la edad de los niños, pues hay que tener en cuenta que mientras vayan creciendo sus gustos irán cambiando.
Desde los cero a los tres años hay que procurar que la habitación les proporcione comodidad e interactividad para incentivar un crecimiento saludable. Lo mejor es dejarles espacio para que aprendan a jugar, e incluir algunos elementos para fomentar la conexión con los padres, como sillones o cojines.
A partir de los tres y hasta los siete años hay que inculcarles la importancia del orden. Es necesario priorizar la autonomía del infante y no incentivar el desorden. Es recomendable incluir cajas de almacenaje e iluminaciones suaves para continuar estimulando la creatividad.
Cuando cumplen ocho años hasta los temidos 15, es necesario darles un poco más de espacio. La habitación pasará de tener demasiados juguetes a quedar casi vacía. Se pueden añadir algunos elementos, como alfombras o muebles de madera, para aportar un toque sencillo y contemporáneo.
Al llegar a los 15 años, los jóvenes tienden a buscar privacidad y ya han desarrollado gustos y estilos propios. Es una edad considerada como crítica en términos de personalidad, pero es durante estos años cuando se consolida el carácter.
En cada etapa, los niños tienen diferentes necesidades emocionales y afectivas, es por ello que necesitan un espacio ideal que les permita desarrollar sus habilidades, rodeados de un entorno agradable y donde se sientan cómodos.
No se trata de simples objetos y de solo un color de pintura, sino de elementos que bien implementados influirán positivamente en la educación y vida del niño. No hay nada mejor que crecer en una habitación en la que la diversión y la alegría son factores determinantes.