Berlín, 18 feb (dpa) – Abandonar tu hogar no es fácil. Volver, tampoco. La directora catalana Meritxell Colell ahonda en los lazos familiares y relaciones en un universo femenino marcado por el silencio, en un pequeño pueblo de Burgos, en el norte de España, con su película «Con el viento».
El film, que se podrá ver estos días en la sección Forum, dedicada al cine más experimental y de vanguardia del Festival Internacional de Cine de Berlín, se centra en Mónica y su regreso a una vida que había enterrado en el fondo de sus recuerdos.
Mónica García da vida a la protagonista, una bailarina de 47 años, que se ve obligada a regresar a España cuando su hermana le informa de que su padre está muy enfermo. De esta manera, veinte años después de dejar su casa, vuelve a un remoto pueblo de Burgos, pero cuando llega su padre ya ha fallecido. Tras la muerte, la madre decide vender la casa familiar, una tarea en la que le ayuda Mónica.
«La historia surgió de un impulso personal que era retratar el pueblo de mis abuelos, de mi familia materna y un poco un modo de vida que está desapareciendo con esa generación», explica a dpa la directora de Barcelona. «Tenía muchas ganas de retratar el espacio, su gente, las casas y también una visón del mundo. Al mismo tiempo eso coincidió con que murió mi abuelo y me fui a vivir a Buenos Aires dos años».
En la distancia, Colell comenzó a sentir «el conflicto del desapego, de sentirte lejos, como una especie de grieta», lo que le impulsó a llevar a la pantalla grande las emociones por las que uno transita cuando está lejos.
A pesar de estas semejanzas, la cineasta descarta que sea una cinta autobiográfica. «Está basada en emociones reales tanto mías como de las actrices. No es la historia de ninguna de nosotras, pero todas compartimos ciertas emociones».
A lo largo de trece semanas de rodaje repartidas en un año para tener todas las estaciones y respetar el orden cronológico de la historia, Colell se coló en la vida de los habitantes de Villamartín de Villadiego y aprendió a valorar cosas como «todo ese conocimiento que hay de la tierra como los espacios, ese silencio que en la ciudad es difícil de encontrar».
La danza ocupa también un papel importante en la historia y le sirvió a la directora, gran apasionada de este arte y de la coreógrafa alemana ya fallecida Pina Bausch, para contar todo el viaje emocional del personaje y sacar las emociones a través de los movimientos.
A lo largo de los 108 minutos que dura la película el espectador contempla también la despoblación de una zona rural del interior de España. «Está muriendo una forma de vida, una forma de entender la vida y una conexión con la tierra y tiene que ver con eso, con que nosotros no hemos crecido en ese lugar», lamenta Colell sobre la desconexión con estos lugares.
Sin embargo, para la cineasta, esto es algo lógico, porque es un tipo de vida dura. «No es el bucolismo que uno tiene de la naturaleza», comenta sobre algo que se refleja en la película con el duro invierno donde el viento azota las casas y el frío se mete entre las grietas.
El film es el único representante español en la sección Forum de la Berlinale, donde cuenta con cuatro proyecciones. «Lo que me gustaría es que la gente sintiera la película y se deje sentir por la película, como que les atraviese un poco la piel, que se queden con algo muy físico impregnado. Como haber tenido la sensación de haber estado allí un tiempo. Ese sería el mayor regalo para mí».
Por Almudena de Cabo (dpa)