Cuando uno compra un mueble de madera maciza debería saber que se trata de una pieza de material natural que ha crecido a lo largo de los años y que está libre de sustancias nocivas. Sin embargo, uno sólo está haciendo algo bueno por el medio ambiente si todas las piezas de madera empleadas fueron obtenidas de una manera respetuosa para los bosques, es decir, si proceden de una gestión responsable.
Esto es algo que el consumidor apenas puede reconocer en la tienda, si bien hay algunos elementos en los que orientarse, como los sellos de certificación FSC y PEFC. El Forest Stewardship Council (FSC) tiene como objetivo declarado preservar la biodiversidad, los recursos acuíferos, los suelos así como los ecosistemas y paisajes únicos y frágiles. Por su parte, PEFC son las siglas de «Programme for the Endorsement of Forest Certification Schemes». Pese a que sus certificaciones no están libres de críticas, estas organizaciones son hasta hoy el mejor método de control existente, opina Ulrich Blick, del Instituto de Silvicultura y Economía Forestal Internacionales de Hamburgo. «Cuando veo su logotipo puedo estar relativamente seguro de que con la compra de ese mueble he hecho lo que estaba a mi alcance para evitar la tala ilegal y la destrucción de los bosques», afirma. Sin embargo, estas certificaciones voluntarias para el fabricante no están extendidas por igual en todas las áreas de productos. «Con todo, los muebles de jardín clásicos y las plataformas de jardín son un sector en el que un fabricante sin el certificado no tendría ninguna posibilidad de estar en el mercado», dice Blick. Y es que las maderas para muebles de exterior deben ser especialmente resistentes al mal tiempo, y para eso no hay nada mejor que las maderas tropicales, justo las más vulnerables a la sobreexplotación. Por lo demás, en Europa rigen normas legales.
Desde 2013 hay un reglamento de comercio con madera en la Unión Europea (UE) que prohíbe la llegada al mercado y comercialización de madera talada ilegalmente. Eso quiere decir que quien importa y vende en la UE madera debe poder probar que fue conseguida legalmente. «Si se trata de madera de teca de Indonesia, deben presentarse certificados relativos a su legalidad, de ser necesario de terceros en el país», explica el experto. No obstante, el consumidor no puede tener nunca una seguridad plena de que no le estén dando gato por liebre. El reglamento comunitario aún no ha sido transformado en derecho nacional en muchos países de la UE. Además, en el sector del mueble no todos son tan conscientes de la protección del medio ambiente como en otros ámbitos de la vida diaria.
El consumidor es algo más sensible que antes, pero sólo un poco más, afirma Ursula Geismann, de la Asociación de la Industria Alemana del Mueble. En su opinión, el tema tampoco ha sido tratado lo suficiente en la industria, por lo que recomienda a los compradores preguntar al respecto con decisión a la hora de adquirir un mueble nuevo, también por las repercusiones que la procedencia de la madera puede tener para las personas.
En Alemania, por ejemplo, sólo el 50 por ciento de los muebles ofrecidos en los comercios son de producción nacional, mientras que el resto procede sobre todo de Asia, donde rigen otros límites de sustancias dañinas que para los muebles fabricados en la UE. Los contaminantes son también un punto importante en lo relativo al conglomerado, formado por partículas de madera. Aunque la utilización de esta madera pueda ser menos dañina para los bosques que la madera maciza, la sustancia que sostiene las partículas puede contener compuestos orgánicos volátiles así como cantidades residuales de disolventes.
Todo esto puede provocar daños al medio ambiente y la salud. Por ello, también con este tipo de productos los consumidores deberían prestar atención a que lleven el sello FSC. En cualquier caso, los expertos recomiendan siempre preguntar, también por otra razón: «Un certificado no dice nada sobre la calidad del mueble.
Por ejemplo, la madera de teca de calidad escasea y por ello apenas hay material certificado», afirma Blick, señalando que por ello en las tiendas se suele encontrar una mezcla que corresponde en un 30 por ciento a madera procedente de los bosques y en un 70 por ciento a madera de plantaciones.
Según Blick, «la teca de plantaciones crece más rápido y por ello es mucho menos duradera».
Por Andrea Mayer (dpa)