Hay quien dice que viajar, es viajar y que da igual hacerlo en coche, en moto, bicicleta o monopatín, y es verdad, el caso es, estar satisfecho con uno mismo y con sus pretensiones viajeras, ya sean con una mochila o a través de cualquier medio, pero ¿Somos los moteros unos viajeros diferentes?
Muchas veces leo sobre las aventuras de aquellos hombres y mujeres que encima de una moto, y sin apenas tecnología, hicieron grandes viajes, conociendo destinos inimaginables por aquel entonces, donde era el boca a boca el que nos pintaba los diferentes pueblos y sus costumbres, nada estaba, como ahora, a golpe de clic, tema propicio para otro artículo de reflexión, pero, esta vez nos ocupa, el viajero motero, dícese de aquel que se siente libre devorando kilómetros que huelen diferente.
Viajar en moto, es distinto porque lo que menos importa es el destino, y lo que más nos interesa siempre es el camino y el disfrute de la aventura que te proporciona el saber que estás transitando por lugares donde es difícil llegar muchas veces con otro vehículo.
Viajar en moto, es compañerismo y es soledad, amistad, tertulia, sonrisas y sufrimiento por si se nos ha olvidado. No se trata de competir por ver quien tiene la mejor marca o la mejor moto, sino simplemente de disfrutar y dejarse llevar por las distancias separadas por las ganas de rodar.
Encima de una moto nos sentimos diferentes y sentimos distinto el mundo. Siempre que planteo esta pregunta recibo la misma contestación, “se viaja diferente en moto”, y es que el cúmulo de sensaciones es diferente, “bestial”, es poesía, es navegar y no te importa el mar al que llegarás sino que ese trayecto está siendo tu viaje, perdido y encontrado, “perderse para encontrarse”, toda una filosofía que a veces omitimos, y nos vienen a recordar “los grandes”, como el legendario Ted Simon, “no hay que preocuparse por nada”, “tranquilidad”.
Somos moteros, viajeros, pero sobre todo DISFRUTADORES, (acepten término para expresar el concepto) del mundo, de sus olores, de sus kilómetros, de sensaciones, de sus sonidos y de la vida, porque la vida encima de una moto es más vida.
Texto: Elsi Rider
Fotos: A. Castanedo