‘Comando al sol’ sobrevuela el mayor espacio natural protegido de España, uno de los paraísos de interior más desconocidos: el corazón jiennense y verde de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas. Además, hará turismo en compañía de ovejas en un verano en el que la trashumancia se estrena como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, y asistirá a un combate medieval protagonizado por los vecinos de Hospital de Órbigo, en León.
Un paraíso con todo incluido. Daniel sobrevuela el castillo, las murallas y el cerro sobre el que se levanta Segura de la Sierra, su pueblo. La localidad, enclavada en el corazón del mayor espacio protegido de España, atrae a los turistas que se acercan a conocer su pasado árabe. En el horizonte, otro de sus atractivos: el gigante dormido. Así llaman los vecinos al Pico Yelmo, el monte más emblemático y alto de la zona: 1.807 metros sobre el nivel del mar. En esta parte escondida en la provincia de Jaén conviven las cabras montesas con la mayor extensión de pino laricio de Europa; los bosques de helechos con las pozas naturales y el descanso con la desconexión que persigue el turista que no busca solo sol y playa.
De turismo con las ovejas. Manuel ha dejado el camión aparcado en Algeciras y ha cambiado el volante por la garrota para veranear como pastor trashumante. Caminar un fin de semana al lado de un rebaño de mil ovejas, degustar alimentos pastoriles y dormir al raso cuesta alrededor de 135 euros. Eduardo lleva seis meses fuera de su pueblo, ha recorrido más de medio millar de kilómetros por caminos, veredas y cañadas. En su última etapa hace de guía a los viajeros que en verano quieren conocer de cerca el oficio que ya practicara su padre y su abuelo. Raquel es la que organiza las rutas. En ocho años han conseguido que decenas de turistas sepan de la dureza del campo y conozcan un oficio en peligro de extinción que este año ha sido nombrado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
Vacaciones, las justas. En un solo fin de semana Hospital de Órbigo recibe 40.000 visitas. Quienes llegan a este pueblo de León quieren ver sus trajes, sus escudos, las banderas, las lanzas, y todo lo que sucede en la grada y en las Justas. El amor de una dama y una tradición desaparecida pusieron de acuerdo a los vecinos para recuperar una fiesta que se había caído del calendario. El negocio de las batallas mueve en España cien millones de euros al año. Y muchos, como Luis, se pasan el verano dándose espadazos por la geografía nacional ataviados con trajes capaces de soportar el más crudo invierno.